Página 492 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
y estropeada energía que poseemos en cumplir tareas secundarias
o en mezclar actividades comerciales con la obra que Dios nos ha
encomendado. Ahora se necesitan todas las facultades del cuerpo
y la mente. La obra de Dios lo requiere, de modo que no se puede
emprender otras actividades aparte de esta gran obra sin que ello
insuma tiempo y fuerza mental y física, y así disminuya el vigor y
la fuerza de nuestra obra en la causa de Dios. Los ministros que se
dedican a actividades colaterales no disponen de tiempo para la me-
ditación y la oración, ni la fuerza y claridad de mente que necesitan
para comprender los casos de las personas que necesitan ayuda, y
para estar preparados a fin de instar “a tiempo y fuera de tiempo”.
Una palabra apropiadamente dicha en el momento adecuado puede
salvar a una pobre alma errante, dudosa y desfalleciente. Pablo ex-
hortó a Timoteo: “Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para
que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos”.
1 Timoteo 4:15
.
Cuando Cristo dio su comisión a sus discípulos, les dijo: “Todo
lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y lo que desatéis en
la tierra, será desatado en el cielo”.
Mateo 18:18
. Si ésta es la obra
temible y responsable de los ministros de Dios, cuán importante
es que se dediquen totalmente a ella y que busquen y se ocupen
de las almas como quienes tendrán que rendir cuentas. ¿Debiera
algún interés ajeno o egoísta estorbar esto y separar el corazón de
la obra? Algunos ministros permanecen en sus hogares y después
salen a realizar sus labores pastorales el sábado; luego se agotan
durante el resto de la semana trabajando en labores agrícolas o tareas
domésticas. Trabajan para sí mismos durante la semana y después
gastan el resto de sus agotadas energías laborando para Dios. Pero
Dios no acepta esos débiles esfuerzos. Tales ministros no tienen
una reserva de energía mental o física. En el mejor de los casos, sus
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esfuerzos son tan sólo débiles. Pero después de haberse mantenido
absortos y ocupados durante los días laborales de la semana con las
preocupaciones y cuidados de la vida, están totalmente incapacitados
para participar en la elevada, sagrada e importante obra de Dios.
El destino de las almas depende de su manera de proceder y de
las decisiones que tomen. Entonces, cuán importante es que sean
temperantes en
todas
las cosas, y no sólo en su alimentación, sino
también en su trabajo, para que sus fuerzas no sufran menoscabo y
puedan dedicarlas a su llamamiento sagrado.