Página 496 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
fiel ministro, y hay que comprender sus preocupaciones y aliviarlas
si eso es posible; pero no se los alabe, porque Satanás está listo en
su puesto de observación para hacer esa obra él mismo.
Los ministros no debieran utilizar la adulación ni hacer acepción
de personas. Siempre ha existido, y todavía existe, gran peligro de
equivocarse en esto, de hacer una pequeña diferencia con los ricos,
o adularlos tributándoles atenciones especiales, si es que no se usan
palabras. Existe el peligro de “admirar la personalidad de los hom-
bres” con fines de ganancia, pero al hacerlo se ponen en peligro sus
intereses eternos. El ministro puede ser el favorito especial de algún
hombre rico, y éste puede ser muy liberal con él; eso complace al
ministro y éste a su vez derrama alabanzas sobre la benevolencia
de su donante. Es posible que su nombre aparezca impreso, y sin
embargo ese donante liberal puede ser totalmente indigno del crédito
que se le tributa. Su liberalidad no surgió de un profundo principio
viviente que lo inducía a hacer el bien con su dinero, a hacer pro-
gresar la causa de Dios porque la apreciaba, sino que procedía de
algún motivo egoísta, del deseo de ser considerado liberal. Puede
haber dado en forma impulsiva sin que su liberalidad tuviera arraigo
profundo en principios. Puede haberse sentido enternecido al es-
cuchar una verdad conmovedora, la cual aflojó momentáneamente
los cordones de su bolsa; y sin embargo su liberalidad carecía de
profundidad de motivación. Da en forma irregular y su bolsa se abre
espasmódicamente y se cierra con seguridad en la misma forma. No
merece alabanza alguna, porque es, en todo el sentido de la palabra,
un hombre tacaño, y a menos que se convierta totalmente, con su
bolsa y todo, oirá la avergonzante denuncia: “¡Vamos ahora, ricos!
Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas
están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla”.
Santiago
5:1
. Estas personas finalmente despertarán de su horrible autoen-
gaño. Aquellos que alabaron su liberalidad espasmódica ayudaron
a Satanás a engañarlos y hacerles pensar que eran muy dadivosos,
muy sacrificados, cuando en realidad desconocían los rudimentos
de la liberalidad y la abnegación.
Algunos hombres y mujeres se convencen a sí mismos de que
no consideran las cosas de este mundo de gran valor, sino que
alaban la verdad y su progreso más que cualquier ganancia mundanal.
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Muchos despertarán finalmente y descubrirán que fueron engañados.