Página 531 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Mensaje para los jóvenes
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dispuestos a morir para salvarlos y conseguir que lleguen a ser lo
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que Dios intenta que sean por medio de los méritos de la sangre de
Cristo.
Los jóvenes ejercen su habilidad de llevar a cabo esta o aquella
obra de arte, pero no sienten que Dios requiere que ocupen sus
talentos en algo mejor, es decir, en adornar su profesión de fe y en
tratar de salvar las almas por quienes Cristo murió. Una sola de
esas almas salvada tiene más valor que mundos enteros. El oro y las
riquezas terrenales no pueden compararse con la salvación de una
sola alma desvalida.
Jóvenes y señoritas, vi que Dios tiene una obra que vosotros
debéis realizar; tomad vuestra cruz y seguid a Cristo, porque si no lo
hacéis no sois dignos de él. Mientras permanecéis en descuidada in-
diferencia, ¿cómo podéis decir cuál es la voluntad de Dios acerca de
vosotros? ¿Y cómo esperáis ser salvados, a menos que, como siervos
fieles, hagáis la voluntad de vuestro Señor? Todos los que hereden
la vida eterna habrán recibido el reconocimiento,
bien hecho
. El Rey
de gloria los exaltará colocándolos a su mano derecha mientras les
dice: “Bien hecho, buen siervo fiel”. ¿Cómo podéis saber cuántas
almas podríais salvar de la ruina si en lugar de buscar vuestro placer
personal buscarais qué obra podríais hacer en la viña de vuestro
Maestro? ¿Cuántas almas se han salvado en esas reuniones realiza-
das con fines de conversación y con las ejecuciones musicales? Si
no podéis señalar una sola alma salvada, os ruego que adoptéis un
comportamiento diferente. Comenzad a orar por las almas; aproxi-
maos a Cristo, colocaos más cerca de su costado sangrante. Permitid
que un espíritu humilde y sereno adorne vuestras vidas, y haced que
vuestras peticiones fervientes, sinceras y humildes asciendan hacia
Dios en busca de sabiduría para tener éxito en la salvación no sólo
de vuestra propia alma, sino también de otras almas.
Orad más que
lo que cantáis
. ¿Acaso no tenéis más necesidad de orar que de can-
tar? Jóvenes y señoritas, Dios os pide que salgáis a trabajar para él.
Cambiad radicalmente vuestro comportamiento. Podéis realizar una
obra que no pueden hacer los que ministran en palabra y doctrina.
Podéis alcanzar a una clase de personas sobre la que el ministro no
puede ejercer influencia.
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