Página 533 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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La recreación entre los cristianos
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como niños con sus hijos pequeños, haciendo todo tan placentero
para ellos como sea posible. Que el día entero sea dedicado a la
recreación. El ejercicio al aire libre será beneficioso para la salud
de aquellos cuyo trabajo ha sido encerrado y sedentario. Todos los
que puedan, deberían sentir el deber de seguir esta práctica. Nada se
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perderá, pero mucho se ganará. Podrán regresar a sus ocupaciones
con nueva vida y renovado valor para emprender sus labores con
celo, y estar mejor preparados para resistir las enfermedades.
Vi que pocos comprenden el trabajo constante, agotador de aque-
llos que llevan la responsabilidad de las faenas en la oficina. Están
confinados dentro de paredes día tras día y semana tras semana,
mientras una tensión constante sobre sus fuerzas mentales está cier-
tamente minando sus cuerpos y mermando su fuerza en la vida.
Estos hermanos corren el peligro de desbaratarse en cualquier mo-
mento. No son inmortales, y sin un cambio se agotarán y la causa
los perderá.
Tenemos preciosos talentos en las personas de los hermanos A,
B y C. No podemos darnos el lujo de permitirles que arruinen su
salud por el confinamiento y el incesante trabajo. ¿Dónde podemos
encontrar hombres con la experiencia de ellos para que los reempla-
cen? Dos de estos hermanos han estado asociados con el trabajo de
oficina por catorce años, trabajando vehementemente, a conciencia,
y sin reparos por el progreso de la causa de Dios. No han tenido
ninguna variación, excepto por las que les han sido otorgadas por
fiebres y otros males. Deberían cambiar de rutina frecuentemente,
dedicar a menudo un día entero a la recreación con sus familias,
cuyos miembros están casi completamente privados de su compañía.
Tal vez no puedan dejar el trabajo a la vez; pero deberían arreglar de
tal manera que uno o dos puedan hacerlo, dejando a otros para que
los reemplacen, y luego permitirles a éstos que hagan lo mismo.
Vi que estos hermanos, A, B y C, como deber religioso deberían
preocuparse por la salud y la fuerza que Dios les ha dado. El Señor no
requiere que lleguen a ser mártires de su causa ahora. No obtendrán
un premio por hacer este sacrificio, porque el Señor desea que vivan.
Ellos pueden servir mejor vivos que muertos a la causa de la verdad
presente. Si alguno de estos hermanos fuera repentinamente abatido
por alguna enfermedad, nadie debería considerar tal enfermedad
como un juicio directo de Dios. Será solamente el resultado de violar