Página 54 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
habíamos estado creyendo el error acerca de ese tema como también
otros.
•Pero, mamá -le dije-, ¿cree usted realmente que el alma duerme en
la tumba hasta la resurrección? ¿Cree usted que el cristiano cuando
muere, no va inmediatamente al cielo o el pecador al infierno?
•La Biblia no proporciona ninguna prueba de que existe un infierno
que arda eternamente -contestó-. Si existiera tal lugar, tendría que
ser mencionado en la Sagrada Escritura.
•¡Pero, mamá! -exclamé asombrada-. ¡Esta es una extraña forma de
hablar! Si usted en realidad cree en esa extraña teoría, no se lo diga
a nadie, porque temo que los pecadores obtengan seguridad de esta
creencia y no deseen nunca buscar al Señor.
•Si esto es una verdad bíblica genuina -replicó ella-, en lugar de
impedir la salvación de los pecadores será el medio de ganarlos
para Cristo. Si el amor de Dios no basta para inducir a los rebeldes
a entregarse, los terrores de un infierno eterno no los inducirán
al arrepentimiento. Además, no parece ser una manera correcta
de ganar almas para Jesús, apelando al temor abyecto, uno de los
atributos más bajos de la mente. El amor de Jesús atrae y subyuga
hasta el corazón más endurecido.
Varios meses después de esta conversación volví a oír algo más
acerca de esta doctrina; pero durante ese tiempo había tenido la men-
te muy preocupada con el tema. Cuando oí predicar acerca de él, creí
que era la verdad. Desde el momento en que mi mente se iluminó
con la enseñanza acerca del estado de los muertos, desapareció el
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misterio que había rodeado la resurrección, y ese gran acontecimien-
to se revistió de una importancia nueva y sublime. Con frecuencia
me había sentido perturbada debido a mis esfuerzos por reconciliar
la recompensa o castigo inmediatos que se referían a la muerte, con
el hecho indudable de una resurrección y un juicio futuro. Si en el
momento de la muerte el alma entraba en un estado de felicidad o
de desgracia eterna, ¿qué necesidad había de una resurrección del
pobre cuerpo convertido en polvo?
Pero esta nueva fe me enseñó la razón por la que los autores
inspirados se habían explayado tanto en el tema de la resurrección
del cuerpo; se debía a que el ser total dormía en el sepulcro. Ahora
podía percibir claramente el error de nuestra posición anterior con
respecto a este tema. La confusión y la inutilidad de un juicio final