Página 55 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Alejamiento de la Iglesia Metodista
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llevado a cabo después que las almas de los muertos ya habían sido
juzgadas y se les había asignado su suerte, resultaban ahora muy
evidentes. Comprendí que la esperanza de las afligidas personas
que habían perdido seres amados se encuentra en aguardar el día
glorioso cuando el Dador de la vida romperá las cadenas del sepulcro
y los muertos justos resucitarán y abandonarán su prisión para ser
revestidos con la gloriosa vida inmortal.
Toda nuestra familia se interesaba en la doctrina de la pronta
venida del Señor. Mi padre era considerado desde hacía mucho
tiempo una de las columnas de la iglesia metodista en el lugar donde
vivíamos, y también las personas que componían el resto de la
familia habían sido miembros activos. Pero no habíamos guardado
en secreto nuestra nueva creencia, aunque tampoco procurábamos
imponerla a otras personas en ocasiones que no fueran apropiadas,
ni manifestábamos hostilidad hacia nuestra iglesia. Sin embargo, el
pastor metodista nos hizo una visita especial para informarnos que
nuestra fe y el metodismo no podían estar de acuerdo. No preguntó
cuáles eran las razones de nuestra creencia ni hizo referencia alguna
a la Biblia a fin de convencernos de nuestro error; en cambio declaró
que habíamos adoptado una nueva creencia extraña, que la iglesia
metodista no podía aceptar.
Mi padre contestó que el pastor se equivocaba al llamar nuestra
creencia una doctrina nueva y extraña, y añadió que Cristo mismo,
al enseñar a sus discípulos, había predicado acerca de su segunda
venida. Dijo: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así
no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para
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vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez y os
tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también
estéis”.
Juan 14:2-3
. Cuando Jesús fue llevado al cielo en presencia
de sus discípulos y una nube lo recibió y lo ocultó de la vista de
ellos, estando sus fieles seguidores con los ojos puestos en el cielo,
aun después que Jesús había desaparecido de su vista. “He aquí se
pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales
también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al
cielo? Este mismo Jesús que ha sido tomado de vosotros al cielo, así
vendrá como le habéis visto ir al cielo”.
Hechos 1:10-11
.
Mi padre continuó diciendo: “El inspirado apóstol Pablo escribió
una carta para animar a sus hermanos de Tesalónica, en la que les