Página 579 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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El instituto de salud
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de admitir a los no creyentes en la institución es para conducirlos a
abrazar la verdad. Si se rebaja la norma, tendrán la impresión de que
la verdad es de poca importancia, y se alejarán en un estado mental
más difícil de penetrar que antes.
Pero el mayor mal resultante de tal decisión sería su influencia
sobre los pacientes pobres, afligidos, que son creyentes, lo cual
afectará generalmente la causa. Se les ha enseñado a confiar en la
oración de fe, y muchos de ellos sienten decaer su espíritu porque
no reciben una respuesta más plena. Vi que la razón por la cual
Dios no escucha más plenamente las oraciones de sus siervos por
los enfermos entre nosotros es porque él no puede ser glorificado
mientras éstos sigan violando las leyes de la salud; y vi que él les
asignó a la reforma pro salud y el Instituto de Salud la tarea de
preparar el camino de modo que la oración de fe sea plenamente
contestada. La fe y las buenas obras deben ir de la mano al aliviar
a los afligidos entre nosotros, y capacitarlos para glorificar a Dios
aquí y para ser salvos en la venida de Cristo. Que Dios no permita
que estos afligidos sean alguna vez desanimados y agraviados al
descubrir que los gerentes del Instituto trabajan solamente desde un
punto de vista mundanal en vez de sumar a la práctica higiénica las
bendiciones y virtudes de los padres y madres en Israel dedicados al
cuidado de los enfermos.
Que nadie conciba la idea de que el Instituto es el lugar adonde
ir para ser sanados por la oración de fe. Es en cambio un lugar
donde encontrar alivio de la enfermedad por medio del tratamiento
y hábitos correctos en el vivir, y donde aprender cómo evitar las
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enfermedades. Pero si hay un lugar bajo los cielos más que otro
donde la oración dulcificante y compasiva debería ser ofrecida por
los hombres y mujeres fieles y devotos, ese lugar es el Instituto.
Los encargados de tratar a los enfermos deberían avanzar en
su importante obra confiando firmemente en que Dios bendecirá
los medios que él generosamente ha provisto, y a los cuales en
su misericordia ha llamado nuestra atención como pueblo, tales
como el aire puro, la limpieza, la alimentación sana, períodos de
trabajo y reposo apropiados, y el uso del agua. No deberían tener
ningún interés egoísta, ajeno a esta obra importante y solemne.
Preocuparse debidamente por el interés físico y espiritual del afligido
pueblo de Dios, cuyos integrantes les han concedido confianza casi