Página 593 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Breve bosquejo de mis actividades
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y el vestir y se recibió una suma considerable para el Instituto de
Salud.
Debo mencionar aquí que a medida que esta obra se desarrollaba,
por desgracia un hermano acaudalado del Estado de Nueva York
visitó Wright después de pasar por Battle Creek y enterarse de que
habíamos contrariado la opinión y el consejo de la iglesia y de los
dirigentes de la obra en Battle Creek. Este hermano decidió describir
a mi esposo, aun delante de aquellos por quienes habíamos trabajado
más, como parcialmente loco y su testimonio, en consecuencia,
como de ningún valor. Su influencia en esto, según lo expresó el
hermano Root, el anciano de la iglesia, atrasó la obra al menos por
dos semanas. Digo esto para que las personas no consagradas se
percaten de cómo en su ceguera e insensibilidad, ejercen influencia
en poco tiempo, que puede tomarles semanas a los agotados siervos
del Señor para contrarrestarla. Trabajábamos en favor de personas
acaudaladas y Satanás vio que este hermano rico era justamente el
hombre que podía usar. Que el Señor pueda traerlo a donde pueda
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ver, y con humildad de corazón confesar su pecado. Por dos semanas
más de muy agotadoras faenas, con la bendición de Dios, pudimos
deshacer esta influencia equivocada y darle a aquella gente amada,
prueba completa de que Dios nos había enviado a ellos. Como
un resultado adicional de nuestras faenas, siete personas fueron
prontamente bautizadas por el hermano Waggoner, y dos en julio
por mi esposo, en ocasión de nuestra segunda visita a esa iglesia.
El hermano de Nueva York regresó con su esposa y su hija a
Battle Creek, en un estado mental que no le permitía dar un informe
correcto del buen trabajo hecho en Wright ni estabilizar los senti-
mientos de la iglesia de Battle Creek. De la manera como los hechos
han trascendido, parece que él hirió a la iglesia, y la iglesia lo hirió a
él, al gozarse ambos cuando él iba de casa en casa para presentar las
opiniones menos favorables de nuestro proceder, y convirtiendo esto
en el tema de la conversación. En la época cuando se desarrollaba
esta obra cruel, tuve el siguiente sueño:
Visitaba Battle Creek en compañía de una persona con aspecto
de autoridad y digna apariencia. En mi sueño, visitaba los hogares
de nuestros hermanos. Cuando nos disponíamos a entrar, escucha-
mos voces ocupadas en animada conversación. Se mencionaba con
frecuencia a mi esposo, y me sentí apesadumbrada y asombrada al