Página 609 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Los obreros de la casa editora
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la atmósfera estaba envenenada por las impurezas que procedían de
las exhalaciones de los pulmones, y por otras causas. Es imposible
que sus mentes estén en saludable condición como para ser correcta-
mente impresionados por las verdades puras y santas con las cuales
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tienen tanto que ver, si no reconocen el valor apropiado del aire puro
y vigorizador del cielo.
Se me mostró que si los individuos que se hallan tan estrecha-
mente relacionados con la verdad revelada no dan evidencia especial
en sus vidas de que son hechos mejores por esa verdad que es man-
tenida tan constantemente delante de ellos, si sus vidas no testifican
de que aman la verdad y sus requerimientos sagrados más y más
fervientemente, se irán endureciendo cada vez más y serán afec-
tados cada vez menos por la verdad y la obra de Dios, hasta que
se vean a sí mismos destituidos de las emociones del Espíritu de
Dios, muertos a la impresión celestial de la verdad. No discernirán
las verdades eternas, sino que las pondrán en un nivel bajo, con las
cosas comunes. Vi que este había sido el caso de algunos asociados
con la oficina, y todos habían sido remisos a este respecto en un
grado mayor o menor.
Vi que la obra de la verdad presente debía cautivar el interés de
todos. La publicación de la verdad es el plan ordenado por Dios como
medio de advertencia, consuelo, reproche, exhortación o convicción
a toda persona a cuyo alcance se puedan poner estos mensajeros
silenciosos. Los ángeles de Dios tienen una parte que hacer en prepa-
rar corazones para que sean santificados por las verdades publicadas,
a fin de que puedan estar preparados para las escenas solemnes que
surgirán delante de ellos. En esa oficina no hay ninguno que sea
suficiente por sí mismo para la importante obra de manejar con
prudencia los asuntos relacionados con la publicación de la verdad.
Cerca de ellos deben estar los ángeles para guiar, aconsejar y refre-
nar, o la escasa sabiduría y gran insensatez de las agencias humanas
se harán presentes.
Vi que los ángeles visitaban la oficina con frecuencia, en el cuar-
to de encuadernar o en el de tipografía. Se me hizo escuchar las risas,
las bromas y las habladurías necias y ociosas. Volví a ver la exhibi-
ción de la vanidad, el orgullo y el egoísmo. Los ángeles se miraban
entristecidos y se retiraban apesadumbrados. Las palabras que yo ha-
bía escuchado, el orgullo y el egoísmo manifestados me ocasionaron