Página 632 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
presento lo siguiente, que escribí y le entregué a él al día siguiente
de haber tenido la visión.
Se me mostró en visión el 25 de diciembre de 1865, el caso del
siervo del Señor, mi esposo, el pastor Jaime White. Se me mostró
que Dios había aceptado su humillación y la aflicción de su alma
delante de él, y sus confesiones de su falta de consagración a Dios
junto con su arrepentimiento por los errores y equivocaciones en
su conducta que le han causado tanta tristeza y depresión mental
durante su prolongada enfermedad.
Se me mostró que su mayor error en el pasado ha sido un espíritu
no perdonador hacia esos hermanos que han dañado su influencia
en la causa de Dios y que, debido a su mal proceder le han causado
intenso sufrimiento mental. No fue tan misericordioso y compasivo
como ha sido nuestro Padre celestial hacia sus hijos errantes, peca-
dores arrepentidos. Cuando los individuos que le causaron el mayor
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sufrimiento reconocieron plena y sinceramente sus errores, logró
perdonarlos y comulgar con ellos como hermanos. Pero si bien el
error estaba sanado a la vista de Dios, a veces mi esposo escarbaba
la herida en su propia mente, y por orientarse al pasado permitía que
se enconara y lo hiciera sentirse infeliz. El hecho de haber sufrido
tanto en el pasado, lo cual en su opinión podría haberse evitado,
lo llevó a abrigar un espíritu de murmuración contra sus hermanos
y contra el Señor. De este modo volvió a vivir el pasado y revivió
pruebas que debían haberse desvanecido en vez de amargarle su vida
con recuerdos que no aprovechan. No siempre se ha dado cuenta de
la compasión y el amor que deben ser ejercidos hacia quienes han
tenido el infortunio de caer bajo las tentaciones de Satanás. Ellos
fueron los verdaderos sufrientes, los perdedores y no él, mientras
permaneciera firme poseyendo el espíritu de Cristo. Cuando esas
almas comenzaron a ver sus errores, les costó una dura batalla abrir-
se paso hasta la luz por medio de humildes confesiones. Tenían
que contender con Satanás y vencer su propio espíritu orgulloso, y
necesitaban que los que andaban en la luz los ayudaran a pasar de
su desanimadora condición de ciegos a donde pudieran comenzar a
tener esperanza y obtener fuerzas para herir a Satanás debajo de sus
pies.
Vi que mi esposo había sido demasiado exigente con los que se
habían equivocado y lo habían herido. Se aferró a sentimientos de