Página 654 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
a recibir salarios más elevados que los que satisfacían a otros que
ocupaban posiciones igualmente importantes en la gran causa de la
verdad y la reforma; al comprobar, llena de dolor, que con el fin de
hacer que nuestra institución fuera popular entre los que no eran de
nuestra fe y obtuviera su patrocinio, un espíritu de acomodo ganaba
terreno rápidamente en el Instituto, manifestándose en el uso de
“Sr.”, “Srta.” y “Sra.” en vez de “hermano” y “hermana”, y en ciertas
entretenciones populares en las cuales todos podrían participar en
una especie de retozo comparativamente inocente... cuando vi estas
cosas, dije: Esto no es lo que se me mostró como una institución
para los enfermos que recibiría la señalada bendición de Dios. Esto
es una cosa distinta.
A pesar de esto, se hacían cálculos para edificios más grandes,
y se recomendaba hacer llamados en procura de grandes sumas de
dinero. En vista de la forma como se lo manejaba entonces, no pude
menos que considerar que el Instituto era, en general, una maldición.
Si bien algunos fueron beneficiados en lo que respecta a su salud, la
influencia sobre la iglesia de Battle Creek y sobre los hermanos y
hermanas que visitaban el Instituto era tan mala que ahogaba todo
el bien que se hacía. Esta influencia estaba alcanzando las iglesias
de este estado y de otros, y era terriblemente destructiva de la fe en
Dios y en la verdad presente. Varias personas que llegaron a Battle
Creek como cristianos humildes, devotos y confiados, salieron de
allí casi como infieles. La influencia general de estas cosas estaba
creando prejuicio contra la reforma pro salud en muchos de los
más humildes, devotos y mejores entre nuestros hermanos, y estaba
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destruyendo la fe en mis
Testimonios
y en la verdad presente.
Fue este estado de cosas relativo a la reforma pro salud y el
Instituto de Salud lo que, junto con otras cosas que se le agregaron,
hizo que fuera mi deber hablar como lo hice en el Testimonio número
13. Yo sabía muy bien que eso produciría una reacción y dificultades
en muchas mentes. Sabía también que tarde o temprano debía venir
una reacción, y que por el bien del Instituto y de la causa en general,
mientras más luego se realizara, mejor sería. Si las cosas se habían
estado moviendo en una dirección equivocada, causando daños a las
preciosas almas y a la causa en general, cuanto antes se las pudiera
corregir y dirigir correctamente, mejor sería. A mayor avance, mayor
ruina, mayor reacción, y mayor desánimo general. La obra mal