Página 656 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
recogido fondos para el Instituto de Salud, y que dicha institución no
cuente con su bendición plena hasta que se corrija este mal. En mi
llamado a los hermanos en favor de esa institución, en el Testimonio
número 11, pág. 432, dije:
“Se me mostró que entre los adventistas guardadores del sábado
no escasean los medios. En la actualidad su mayor peligro consiste
en la acumulación de propiedades. Algunos están continuamente
aumentando sus cuidados y labores; están sobrecargados. El resul-
tado es que casi se han olvidado de Dios y las necesidades de su
causa. Están espiritualmente muertos. Se requiere de ellos que hagan
un sacrificio a Dios, una ofrenda. Un sacrificio no aumenta; por el
contrario, disminuye y se consume”.
Mi visión de este asunto de los medios es que debiera haber
“un sacrificio a Dios, una ofrenda”. Nunca recibí una idea distinta.
Pero si el principal se va a quedar en manos de los accionistas, los
cuales han de recibir un cierto porcentaje, ¿dónde está la disminu-
ción, el sacrificio consumido? Y el plan actual de obtener acciones
del Instituto, ¿cómo disminuye el peligro en que se ven los guar-
dadores del sábado que están acumulando propiedades? No hace
otra cosa que aumentarlo. Y aquí hay una excusa adicional para
su codicia. Al invertir en acciones del Instituto, las cuales se com-
pran y se venden como cualquier otra propiedad, no hacen ningún
sacrificio. Al ver el alto porcentaje de ganancia que se les ofrece
como estímulo, el espíritu de ganancia material, no el de sacrificio,
es lo que los mueve a invertir tanto de sus medios en las acciones
del Instituto, que les queda poco y nada para contribuir al sostén de
otras ramas aún más importantes de la obra. Dios requiere de esas
personas estrechas, codiciosas y mundanas, un sacrificio en favor
de la humanidad sufriente. Las llama a dejar que sus posesiones
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mundanales disminuyan en favor de los afligidos que creen en Jesús
y en la verdad presente. Debieran tener la oportunidad de actuar con
plena comprensión de las decisiones del juicio final, como se las
describe en estas candentes palabras del Rey de reyes:
(
Mateo 25:34-46
): “Entonces el Rey dirá a los de su derecha:
Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vo-
sotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me
disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me
recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitas-