Página 665 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Los pastores, el orden y la organización
Algunos ministros han caído en el error de creer que no pueden
hablar libremente en público si no elevan sus voces a un tono alto,
y hablan fuerte y rápido. Los tales deberían comprender que el
ruido y el hablar apresurado y en alta voz no son evidencias de
la presencia del poder de Dios. No es el poder de la voz lo que
hace una impresión duradera. Los ministros debieran ser estudiosos
de la Biblia, y armarse plenamente con las razones de nuestra fe
y esperanza, y así, con pleno control de la voz y los sentimientos,
debieran expresar dichas razones de tal modo que el pueblo las pueda
pesar con calma y decidir en base a las evidencias presentadas.
Y cuando los ministros sientan la fuerza de los argumentos que
presentan en la forma de verdades solemnes y probadoras, tendrán
celo y fervor conforme a su conocimiento. El Espíritu de Dios
santificará en sus propias almas las verdades que presentan a otros,
y al regar otras vidas regarán también las suyas.
Vi que algunos de nuestros pastores no comprenden cómo pre-
servar su fortaleza de modo que puedan realizar la mayor cantidad de
trabajo sin agotarse. Los pastores no debieran orar tan fuerte y largo
que agoten sus energías. No es necesario recargar la garganta y los
pulmones al orar. El oído de Dios está siempre abierto para escuchar
las peticiones sinceras de sus humildes siervos, y no requiere que
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al dirigirse a él desgasten los órganos del habla. Lo que prevalece
ante Dios es la confianza firme y perfecta, el acto de aferrarse sin
vacilar a las promesas de Dios, la fe sencilla en que él existe y que
recompensa a los que lo buscan con diligencia.
Los pastores debieran disciplinarse y aprender a realizar la mayor
cantidad de trabajo en el breve período que se les asigna, preser-
vando al mismo tiempo buena parte de su energía, de modo que,
si se requiere de ellos un esfuerzo extra, puedan tener una reserva
de fuerza vital suficiente para la ocasión, y usarla sin dañarse a sí
mismos. A veces se necesita toda su fuerza para hacer un esfuerzo
en un momento dado, y si antes habían agotado su reserva de energía
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