Página 666 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
y no pueden proyectar el poder necesario para hacer este esfuerzo,
todo lo que habían logrado hasta entonces se pierde. En ciertas oca-
siones se pueden requerir todas las energías físicas y mentales para
establecer la posición más firme, para ordenar las evidencias en la
luz más clara y presentarlas ante el pueblo en la forma más definida,
urgiendo su aceptación con los llamados más convincentes. Cuando
las almas están a punto de dejar las filas del enemigo y pasarse del
lado del Señor, el conflicto es más severo y personal. Satanás y sus
ángeles no quieren que nadie que haya servido bajo el estandarte
de las tinieblas tome posición bajo la bandera ensangrentada del
Príncipe Emanuel.
Se me mostraron ejércitos opuestos que habían soportado una
penosa lucha en la batalla. Ninguno había ganado la victoria, y
por fin los leales se dieron cuenta de que su poder y fortaleza se
estaban desvaneciendo, y que no podrían silenciar a sus enemigos
a menos que por un ataque concertado lograran apoderarse de sus
instrumentos de guerra. Entonces, y a riesgo de sus vidas, reúnen
todas sus energías y se lanzan hacia el enemigo. El conflicto es
feroz, pero se gana la victoria y se capturan las fortalezas. Si en el
momento crítico el ejército se hallara tan débil y exhausto que le
fuera imposible practicar la última carga y derribar las fortificaciones
del enemigo, se perdería todo el esfuerzo de días, semanas y aun
meses enteros; muchas vidas serían sacrificadas y no se ganaría
nada.
Ante nosotros se extiende una obra similar. Muchos están con-
vencidos de que tenemos la verdad, y sin embargo se hallan sujetos
como con bandas de hierro. No se atreven a afrontar las consecuen-
cias de tomar su posición del lado de la verdad. Muchos están en el
valle de la decisión; allí se necesitan llamados especiales, personales
y directos para motivarlos a soltar las armas de su milicia y tomar po-
sición del lado del Señor. Justamente en este período crítico, Satanás
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echa sus más fuertes grillos en torno a estas almas. Si los siervos de
Dios están completamente exhaustos, habiendo gastado su reserva
de fuerza física y mental, piensan entonces que no pueden hacer
nada más, y con frecuencia abandonan totalmente el campo, para
comenzar operaciones en otro lugar. Así, todo o casi todo el tiempo,
los medios y labores se han gastado por nada. Hasta es peor que si
nunca hubieran comenzado obra en ese lugar, porque una vez que