Los pastores, el orden y la organización
            
            
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              de soldados bien entrenados. Si para la acción exitosa en el campo
            
            
              de batalla son necesarios el orden y la disciplina, en la obra en
            
            
              que estamos empeñados se los necesita tanto más cuanto mayor es
            
            
              el valor del objetivo que procuramos lograr, y más elevado es su
            
            
              carácter que el de los blancos por los cuales contienden las fuerzas
            
            
              antagónicas en el campo de batalla. En el conflicto en que estamos
            
            
              empeñados, hay en juego intereses eternos.
            
            
              Los ángeles trabajan en armonía. Un orden perfecto caracteriza
            
            
              todos sus movimientos. Mientras más de cerca imitamos la armonía
            
            
              y el orden de la hueste angélica, mayor éxito tendrán los esfuerzos
            
            
              que hagan estos agentes celestiales en favor nuestro. Si no vemos la
            
            
              necesidad de acción armoniosa, y somos desordenados, indisciplina-
            
            
              dos y desorganizados en nuestro curso de acción, los ángeles, que
            
            
              están cabalmente organizados y se mueven en perfecto orden, no
            
            
              pueden trabajar con éxito por nosotros. Se alejan llenos de tristeza,
            
            
              porque no están autorizados a bendecir la confusión, la distracción y
            
            
              la desorganización. Todos los que desean la cooperación de los men-
            
            
              sajeros celestiales deben trabajar al unísono con ellos. Los que tienen
            
            
              la unción de lo alto promoverán en todos sus esfuerzos el orden,
            
            
              la disciplina y la unidad de acción, y entonces los ángeles de Dios
            
            
              pueden cooperar con ellos. Pero estos mensajeros celestiales jamás
            
            
              pondrán su aprobación sobre la irregularidad, la desorganización y
            
            
              el desorden. Todos estos males son el resultado de los esfuerzos que
            
            
              hace Satanás por debilitar nuestras fuerzas, destruir nuestro valor e
            
            
              impedir la acción eficaz.
            
            
              Satanás sabe muy bien que el éxito sólo puede ser el resultado del
            
            
              orden y la acción armoniosa. Bien sabe que todo lo conectado con
            
            
              el cielo está en perfecto orden, que la subordinación y la disciplina
            
            
              más completa marcan los movimientos de la hueste angélica. Se
            
            
              esfuerza en forma deliberada para llevar a los cristianos profesos
            
            
              tan lejos de las disposiciones celestiales como le sea posible. Por
            
            
              lo tanto, engaña aun al pueblo profeso de Dios y los hace creer que
            
            
              el orden y la disciplina son enemigos de la espiritualidad, que la
            
            
              única conducta segura para ellos consiste en dejar que cada uno
            
            
              siga su propio camino, y en permanecer especialmente distintos de
            
            
              los cuerpos de cristianos que están unidos y trabajan por establecer
            
            
              disciplina y armonía de acción. Todos los esfuerzos hechos por
            
            
              establecer orden son considerados peligrosos, una restricción de