Página 676 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
testimonio claro. No había tomado ningún alimento por dos días, y
Satanás lo había engañado y empujado más allá de sus límites.
“Tu padre entonces predicó. Tuvimos unos momentos de in-
termedio, y luego traté de hablar sobre las reformas de salud y la
vestimenta, y presenté un testimonio claro a los que habían estado
estorbando el camino de los jóvenes y los incrédulos. Dios me ayudó
a hablarle con claridad al Hno. Ball, y a decirle en el nombre del
Señor lo que estaba haciendo. Esto lo afectó mucho.
“Una vez más celebramos una reunión vespertina en casa del
Hno. Farnsworth. El tiempo estuvo tormentoso durante las reunio-
nes; sin embargo el Hno. Ball no faltó a ninguna de ellas. Se continuó
con el mismo tema, la investigación del rumbo que él había man-
tenido. Si alguna vez el Señor le ayudó a un hombre a expresarse,
lo hizo esa noche con el Hno. Andrews, quien enfocó el tema del
sufrimiento por causa de Cristo. Se mencionó el caso de Moisés, que
rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón, escogiendo más bien
sufrir aflicción con el pueblo de Dios que gozar por un tiempo de los
placeres del pecado, considerando el reproche de Cristo como mayor
riqueza que los tesoros de Egipto, porque respetaba la recompensa
del galardón. El Hno. Andrews mostró que este ejemplo era uno
entre muchos en que el reproche de Cristo fue estimado superior
a las riquezas y la honra mundanales, los títulos altisonantes, la
expectativa de una corona, y la gloria de un reino. El ojo de la fe
estuvo fijo en el glorioso futuro, y la recompensa del galardón fue
considerada de tal valor que hizo que las cosas más preciosas que
puede ofrecer el mundo parecieran no tener valor alguno. Los hijos
de Dios soportaron burlas, azotes, cadenas y prisiones; fueron ape-
dreados, aserrados, tentados, errantes, vestidos de pieles de ovejas
y de cabras, desposeídos, afligidos, atormentados; y sostenidos por
la esperanza y la fe, pudieron considerar livianas esas aflicciones.
El futuro, la vida eterna, les parecía de tal valor que sentían que sus
sufrimientos eran pequeños en comparación con la recompensa del
galardón.
“El Hno. Andrews relató el caso de un fiel cristiano que estaba
por sufrir el martirio a causa de su fe. Otro cristiano había estado
conversando con él con respecto al poder de la esperanza cristiana,
deseando saber si ésta sería lo suficientemente fuerte como para
sostenerlo mientras su carne se consumía en el fuego. Le pidió a su
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