Página 696 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

Basic HTML Version

692
Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
ver y sentir, y con gozo le hacen bien a Jesús en la persona de sus
santos. Que tengan lugar para obrar. Que los que no pueden hacer
esto vayan a donde no estorben la obra de Dios.
Esto se aplica especialmente a los que se hallan a la cabeza de
la obra. Si ellos hacen mal, todo anda mal. Mientras mayor sea la
responsabilidad, mayor es la ruina en caso de infidelidad. Si los
hermanos dirigentes no cumplen fielmente su deber, los dirigidos no
cumplirán el suyo. Los que están a la cabeza de la obra en Battle
Creek deben ser ejemplos del rebaño en todo lugar. Si hacen esto,
tendrán una gran recompensa. Si no hacen esto y de todos modos
aceptan tales posiciones, tendrán que dar una cuenta pavorosa.
Nosotros hicimos lo que pudimos. Si hubiéramos podido tener
medios a nuestro alcance el verano y otoño pasados, la Hna. More
estaría hoy con nosotros. Cuando vimos cuál era nuestra verdadera
condición, como la hemos descrito en el Testimonio número 13,
[587]
ambos afrontamos la situación con optimismo, y dijimos que no
queríamos la responsabilidad de manejar medios. Esto fue un error.
Dios quiere que tengamos medios para que, como ha sucedido en lo
pasado, podamos ayudar donde se necesite hacerlo. Satanás quiere
atar nuestras manos en este respecto, e inducir a otros a ser descui-
dados, insensibles y codiciosos, de modo que siga la cruel obra que
se vio en el caso de la Hna. More.
Vemos a marginados, viudas, huérfanos, pobres dignos y pastores
en necesidad, y muchas oportunidades de usar medios para la gloria
de Dios, el avance de su causa y el alivio de los santos sufrientes,
y deseo tener medios que usar para Dios. La experiencia de haber
pasado casi un cuarto de siglo viajando en forma extensa y sintiendo
la condición de los que necesitaban ayuda, nos califica para hacer
uso juicioso del dinero de nuestro Señor. He comprado mi propio
papel de escribir, comprado mis propios sellos postales, y he pasado
buena parte de mi vida escribiendo para bien de otros, y todo lo que
he recibido por esta obra, que me ha cansado y gastado en forma
terrible, no alcanzaría para cubrir el diezmo de lo que he gastado en
sellos postales. Cuando se me han ofrecido medios, los he rehusado,
o los he dedicado a instituciones de caridad como la Asociación
Publicadora. No volveré a hacer esto. Seguiré cumpliendo con mi
deber en la obra, como siempre, pero mis temores de recibir medios
para usarlos para el Señor se han disipado. Este caso de la Hna.