Página 718 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
en esa dirección. Si usted lucha por la herencia inmortal con de-
dicación, energía y celo proporcionales a su valor, entonces usted
puede ser un candidato apropiado para la vida eterna, y heredero
de la gloria. Necesita una nueva conversión cada día. Muera al yo
cada día, póngale riendas a su lengua, controle sus palabras, cese
de murmurar y quejarse, no permita que de sus labios salga ni una
palabra de censura. Si esto requiere un gran esfuerzo, hágalo y será
recompensado.
Su vida es hoy miserable; está llena de anticipos del mal. Ante
usted surgen escenas sombrías; siente satisfacción al concentrarse
en temas desagradables. Si otros tratan de expresar optimismo, us-
ted aplasta en ellos todo sentimiento de esperanza, hablando aun
más enfática y severamente. Sus pruebas y aflicciones mantienen
constantemente ante su esposa el pensamiento, tan desgastador del
alma, de que usted la considera una carga debido a su enfermedad.
Si a usted le gusta la oscuridad y el desánimo, si habla de ellos y
concentra en ellos su atención, y atormenta su alma conjurando en su
imaginación todo lo que puede hacerlo murmurar contra su familia
y contra Dios, su corazón se transformará en un campo quemado,
en el cual el fuego habrá destruido todo lo verde, dejándolo reseco,
ennegrecido y achicharrado.
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Usted tiene su imaginación enferma, y es de tenerle lástima.
Al mismo tiempo, nadie puede ayudarle tanto como usted mismo
podría hacerlo. Si desea tener fe, exprese fe con sus palabras; hable
de esperanza, y hágalo con alegría. Que Dios le ayude a ver cuán
pecaminosa es su conducta. Usted necesita ayuda en esto, la ayuda
de su hija y de su esposa. Si permite que Satanás controle sus
pensamientos, como lo ha hecho, usted se convertirá en un siervo
especial del maligno, y arruinará así su propia alma y la felicidad de
su familia. ¡Cuán terrible ha sido la influencia de su hija! La madre,
al no recibir de usted amor ni simpatía, ha centrado sus afectos
en su hija y la ha idolizado. Al expresar este afecto poco juicioso,
la ha transformado en una niña acostumbrada a los mimos y la
indulgencia, echándola así a perder casi del todo. Su educación se
ha visto lamentablemente descuidada. Si la hubiera instruido en el
cumplimiento de los deberes hogareños, y le hubiera enseñado a
llevar su parte de las cargas familiares, estaría más sana y feliz. Es