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              Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
            
            
              que se acostumbre a tal atmósfera puede disfrutar de salud. Ella se
            
            
              ha entregado en este sentido a la indulgencia propia, a tal punto que
            
            
              no puede visitar los hogares de sus hermanos sin resfriarse. Por su
            
            
              propio bien, y por el de quienes la rodean, debe cambiar este estado
            
            
              de cosas. Debiera acostumbrarse al aire, aumentando un poco cada
            
            
              día, hasta que pueda respirar el aire puro y vigorizador sin sufrir
            
            
              malos efectos. La superficie de su piel está casi muerta, porque no
            
            
              tiene aire para respirar. Sus millones de boquitas están cerradas,
            
            
              porque las han atascado las impurezas del sistema, y por falta de
            
            
              aire. Sería una imprudencia dejar entrar libremente una corriente
            
            
              de aire exterior el día entero. Hágalo gradualmente, cambie poco a
            
            
              poco. En una semana podría estar manteniendo abiertas las ventanas
            
            
              unos cinco o diez centímetros, día y noche.
            
            
              Los pulmones y el hígado están enfermos porque ella se ha
            
            
              privado del aire vital. El aire es la bendición gratuita del cielo,
            
            
              calculada para electrificar todo el sistema. Sin él, el sistema se llena
            
            
              de enfermedad y se vuelve torpe, lánguido y débil. Y usted ha estado
            
            
              viviendo durante años con una cantidad muy pequeña de aire. Al
            
            
              hacer esto, su esposa arrastra a otros a compartir con ella la misma
            
            
              atmósfera venenosa. Ninguno de ustedes puede gozar de un cerebro
            
            
              claro y despejado si respira una atmósfera ponzoñosa. A la Hna. C
            
            
              la aterra pensar en salir de la casa, porque piensa que va a sentir el
            
            
              cambio en la atmósfera, y se va a resfriar. Pero si se trata a sí misma
            
            
              correctamente, todavía puede adquirir una condición mucho mejor
            
            
              de salud. Debiera tomar un baño general dos veces por semana, tan
            
            
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              fresco como le resulte agradable, un poquito más frío cada vez, hasta
            
            
              que la piel se le acostumbre.
            
            
              No necesita languidecer en algún rincón como lo hace, siempre
            
            
              enferma, si como familia ustedes obedecen las instrucciones que
            
            
              les ha dado el Señor. “El que quiere amar la vida y ver días buenos,
            
            
              refrene su lengua del mal, y sus labios no hablen engaño. Apártese
            
            
              del mal, y haga el bien. Busque la paz, y sígala. Porque los ojos del
            
            
              Señor están sobre los justos, y atentos sus oídos a sus oraciones.
            
            
              Pero el rostro del Señor está contra los que hacen el mal”.
            
            
              1 Pedro
            
            
              3:10-12
            
            
              . La mente satisfecha, el espíritu alegre, son salud para el
            
            
              cuerpo y fortaleza para el alma. No hay ninguna causa tan fructífera
            
            
              de enfermedad como la depresión, la lobreguez y la tristeza. La
            
            
              depresión mental es terrible, y todos usteden sufren de ella. La hija