Página 727 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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La situación del esposo
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no ha llevado el sello de Dios. Su esposa ha manejado sus asuntos
temporales, y ha llevado cargas que son demasiado pesadas para ella,
mientras que usted ha estado ausente. Esto ha excitado la simpatía
de usted, y ha tendido a pervertir su juicio, de modo que ha llegado
a tener un concepto demasiado elevado de sus calificaciones, por la
capacidad que ha mostrado en el manejo de sus asuntos temporales.
Satanás ha estado acechando en busca de su oportunidad de usar
con tanta ventaja como le sea posible para sus propios intereses, la
confianza que usted ha depositado en su esposa. Su propósito es
enredarlos y destruirlos a ambos. En gran medida, usted ha puesto
su propia mayordomía en manos de su esposa. Esto no es correcto; a
duras penas podrá ella llevar su propia porción de la responsabilidad,
sin además cargar con la que le corresponde a usted, y por la cual
Dios le pedirá a usted cuentas.
La Hna. D se ha dejado engañar en algunas cosas. Ha pensado
que Dios la guiaba en un sentido especial, y ustedes dos han creído y
actuado en armonía con esa noción. El discernimiento
especial
que
ella creía poseer, es un engaño del enemigo. Ella tiene una rapidez
natural para ver, para comprender, para anticipar, y su naturaleza es
extremadamente sensitiva. Satanás se ha aprovechado de estos rasgos
de carácter, y los ha guiado a ambos en la dirección equivocada.
Hno. D, usted ha sido un siervo por bastante tiempo. Mucho de lo
que la Hna. D pensaba que era discernimiento, no ha sido otra cosa
que celos. Se ha mostrado dispuesta a ver todo con ojos celosos, a
albergar sospechas, presumiendo el mal, desconfiando de casi todo.
Esto causa infelicidad en la mente, desánimo y dudas, allí donde
debieran existir la fe y la confianza. Estos lamentables rasgos de
carácter hacen que sus pensamientos fluyan en un cauce sombrío,
donde ella acaricia un presentimiento de mal. Al mismo tiempo,
su temperamento supersensible la lleva a imaginarse víctima de
desatención, desprecios e insultos, allí donde nada de eso existe.
Todas estas cosas les estorban a ustedes dos el camino del progre-
so espiritual, y afectan a otros en la medida en que ustedes se hallan
conectados con la causa y la obra de Dios. Hay una obra que ustedes
tienen que hacer: Humíllense bajo la poderosa mano de Dios, para
que en el momento debido sean exaltados. Esos rasgos de carácter
lamentables deben ser corregidos y reformados con voluntad firme