Página 728 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
e invariable; si no, con el tiempo harán que la fe de ustedes dos
naufrague.
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Hno. D, usted tiene un deber que cumplir. Tome en sus manos la
mayordomía que ha abdicado, y en el temor de Dios asuma el lugar
que le corresponde como cabeza de su familia. Debe desprenderse de
la influencia de su esposa, y confiar más plenamente en Dios, dejando
que él lo dirija y lo guíe. Dios no ha instruido en forma especial a
la Hna. D, ni le ha dado luz para que ella enseñe a otros su deber.
Mientras las cosas sigan como están ahora, ni usted ni su esposa
podrán ocupar la posición que Dios quiere que ocupen. Mientras
usted no permita que su esposa ocupe la posición que debe tener
una esposa, nunca se verá establecido, fortalecido y sólidamente
fundado. Cuando ella ocupe el lugar que le corresponde, respete su
juicio, consulte con ella en cuanto a sus planes, pero tenga mucho
cuidado de no creer implícitamente que su juicio es el juicio de Dios.
Consulte con sus hermanos, sobre los cuales Dios ha visto apropiado
colocar la carga de la obra. Si usted hubiera consultado con aquellos
cuyo consejo usted debía buscar, no habría cometido un error tan
grande, una torpeza tan triste, como lo que hizo en el caso de E. En
ese caso, la causa de Dios recibió heridas y reproches. Su esposa
pensaba que tenía luz en este caso; pero sus impresiones no eran de
Dios sino del enemigo, porque éste vio que podía influir en usted
desde esa dirección. Su tendencia a confiar tan completamente en
el juicio de su esposa es contraria a las disposiciones celestiales.
Satanás se ha propuesto de este modo aislarlo en buena medida de
la influencia de sus colaboradores y de sus hermanos en general.
Usted ha sufrido pruebas que no habría tenido necesidad de
experimentar si no se hubiera imaginado que su esposa ocupaba
una posición en la cual Dios nunca la puso. Usted ha puesto una
confianza demasiado implícita en su juicio y sabiduría. Ella no se
ha consagrado a Dios, y por lo tanto, su juicio tampoco ha sido
consagrado. No es una mujer feliz, y la orientación infeliz que ha
adquirido su mente le ha causado graves daños a su salud física
y mental. Satanás se ha propuesto desequilibrarlo a usted, y hacer
que sus hermanos pierdan la confianza en su criterio. El diablo está
buscando la forma de derribarlo.
Si Dios le extiende a su esposa un llamado especial a la obra de
enseñar la verdad, entonces usted podrá inclinarse a su consejo, y