Rehusando presentar la reprensión
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¿Y acaso no se ha cumplido este testimonio en todos sus detalles?
Los adventistas del primer día han establecido una fecha tras otra, y
a pesar de los repetidos fracasos, han reunido valor para fijar nuevas
fechas. Dios no los ha guiado en esto. Muchos de ellos han rechazado
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el verdadero tiempo profético y han ignorado el cumplimiento de la
profecía, debido a que la fecha de la venida fijada para 1844 pasó
sin cumplirse, y no trajo el acontecimiento esperado. Rechazaron la
verdad, y el enemigo ha tenido poder para traer sobre ellos poderosos
engaños a fin de que crean una mentira. La gran prueba del tiempo
ocurrió en 1843 y en 1844, y todos los que han fijado una fecha para
la segunda venida a partir de entonces se han estado engañando a sí
mismos, y engañando a los demás.
Hasta el momento de mi primera visión no podía escribir, por-
que me temblaba la mano y era incapaz de sostener firmemente el
lápiz. Mientras me encontraba en visión, un ángel me encargó que
escribiera lo que veía. Obedecí y escribí sin dificultad. Mis nervios
fueron fortalecidos y mi mano se afirmó.
Fue para mí una penosa cruz referir a las personas que se en-
contraban en error lo que se me había mostrado acerca de ellas.
Me causaba un gran pesar ver a otros preocupados o afligidos. Y
cuando me veía obligada a declarar los mensajes, con frecuencia
los suavizaba y los hacía aparecer tan favorables para la persona
como me era posible, y luego me retiraba y lloraba en agonía de
espíritu. Consideraba a los que debían preocuparse únicamente por
sus propias almas, y pensaba que si yo me encontrara en su condi-
ción no me quejaría. Me resultaba difícil dar los testimonios claros
y cortantes que Dios me había encargado que presentara. Observaba
ansiosamente para ver cuáles serían los resultados, y si las personas
reprochadas se rebelaban contra la reprensión, y después de eso
se oponían a la verdad, estos interrogantes se presentaban en mi
mente: ¿Presenté el mensaje en la forma debida? ¿No habría podido
encontrarse alguna forma de salvarlos? Y después de eso una gran
aflicción se apoderaba de mi alma, y con frecuencia pensaba que la
muerte sería una mensajera bienvenida y el sepulcro un dulce lugar
de descanso.
No comprendía el peligro y el pecado de ese proceder, hasta que
en visión fui llevada ante la presencia de Jesús. El me miró con
desaprobación y me volvió el rostro. Me resulta imposible describir