Página 90 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
el terror y la agonía que sentí en ese momento. Caí postrada ante
él, pero no pude pronunciar ninguna palabra. ¡Cuánto anhelaba
encontrarme a cubierto de esa temible expresión de desaprobación!
Así pude comprender, en cierto grado, lo que serán los sentimientos
de los que se pierdan cuando exclamen: “Montes y peñas: caed sobre
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nosotros, y escondednos del rostro de Aquel que está sentado sobre
el trono, y de la ira del Cordero”.
Apocalipsis 6:16
.
Pronto un ángel me indicó que me levantara, y difícilmente puedo
describir lo que vi. Ante mí se encontraba un grupo de personas
que tenían el cabello y los vestidos en desorden y rotos, y cuyos
rostros eran la imagen misma de la desesperación y el horror. Se
aproximaron a mí y frotaron sus vestidos con el mío. Al mirar mi
vestido, vi que estaba manchado con sangre. Volví a caer como
muerta a los pies de mi ángel acompañante. No pude presentar
una sola excusa y anhelé encontrarme lejos de ese lugar santo. El
ángel me ayudó a levantarme, y me dijo: “Este no es tu caso en este
momento, pero se te ha mostrado esta escena para que sepas lo que
llegará a ser tu situación si dejas de declarar a otros lo que el Señor
te ha revelado. Pero si eres fiel hasta el fin, comerás del árbol de la
vida y beberás de las aguas del río de la vida. Tendrás que sufrir
mucho, pero la gracia de Dios te será suficiente”. Después de eso
me sentí dispuesta a hacer todo lo que el Señor requiriera de mí,
para tener su aprobación y no experimentar el temible desagrado de
Jesús.
* * * * *