Página 94 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
de Dios desde los días del mártir Abel. Los patriarcas sufrieron
por ser leales a Dios y obedientes a sus mandamientos. La gran
Cabeza de la iglesia sufrió por nosotros; sus primeros apóstoles y
la iglesia primitiva también sufrieron; los millones de mártires su-
frieron y sufrieron también los reformadores. ¿Y por qué habríamos
nosotros—que tenemos la bendita esperanza de la inmortalidad, que
se convertirá en realidad en el momento de la venida de Cristo, la
cual no demorará mucho—, de acobardarnos a causa de una vida
de sufrimiento? Si fuera posible tener acceso al árbol de la vida que
está en medio del paraíso de Dios, sin experimentar antes sufrimien-
tos, no disfrutaríamos de una recompensa tan valiosa por no haber
sufrido por ella. Nos apartaríamos de la gloria; nos sobrecogería la
vergüenza ante la presencia de los que pelearon la buena batalla,
que corrieron la carrera con paciencia y que se aferraron a la vida
eterna. Pero no habrá allí nadie que no haya elegido, como Moisés,
padecer aflicciones con el pueblo de Dios. El profeta Juan vio la
multitud de los redimidos, y preguntó quiénes eran. Recibió esta
respuesta: “Estos son los que han salido de gran tribulación, y han
lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”.
Apocalipsis 7:14
.
Cuando comenzamos a presentar la luz acerca de la cuestión
del sábado, no teníamos una idea claramente definida acerca del
mensaje del tercer ángel de.
Apocalipsis 14:9-12
. El énfasis mayor
del testimonio que dábamos a la gente consistía en que el gran
movimiento que anunciaba la segunda venida era de Dios, que los
mensajes del primer y segundo ángeles ya habían sido dados y que
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el mensaje del tercer ángel debía darse. Vimos que el mensaje del
tercer ángel concluía con esta palabras: “Aquí está la paciencia de
los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de
Jesús”.
Apocalipsis 14:12
. Y vimos tan claramente entonces, como
ahora lo vemos, que esas palabras proféticas sugieren una reforma
acerca del día de reposo. Pero no teníamos una posición definida
acerca de lo que era la adoración de la bestia mencionada en ese
pasaje ni del significado de la imagen y la marca de la bestia.
Dios utilizó su Santo Espíritu para hacer brillar la luz sobre
sus siervos, y con eso el tema se fue aclarando poco a poco en sus
mentes. Su investigación requirió mucho estudio y gran cuidado
para desentrañar eslabón tras eslabón. Gracias a la preocupación,