“Alabad a Dios”
“TODO lo que respira alabe a Jah.”
Salmos 150:6
. ¿Hemos con-
siderado de cuántas cosas debemos estar agradecidos? ¿Recordamos
que las misericordias del Señor se renuevan cada mañana, y que
su fidelidad es inagotable? ¿Reconocemos que dependemos de él,
y expresamos gratitud por todos sus favores? Por el contrario, con
demasiada frecuencia nos olvidamos de que “toda buena dádiva y
todo don perfecto es de lo alto, que desciende del Padre de las luces.”
Santiago 1:17
.
Cuán a menudo los que gozan de salud se olvidan de las admi-
rables mercedes que les son concedidas continuamente día tras día
y año tras año. No rinden tributo de alabanza a Dios por todos sus
beneficios. Pero cuando viene la enfermedad, se acuerdan de Dios.
El intenso deseo de recuperar la salud los induce a orar ferviente-
mente; y eso está bien. Dios es nuestro refugio en la enfermedad
como en la salud. Pero muchos no le confían su caso; estimulan
la debilidad y la enfermedad acongojándose acerca de sí mismos.
Si dejasen de quejarse, y se elevasen por encima de la depresión y
la lobreguez, su restablecimiento sería más seguro. Deben recordar
con gratitud cuánto han disfrutado de la bendición de la salud; y
si este precioso don les es devuelto, no deben olvidar que tienen
una renovada obligación hacia su Creador. Cuando los diez leprosos
fueron sanados, únicamente uno volvió para buscar a Jesús y darle
gloria. No seamos como los nueve ingratos, cuyo corazón no fué
conmovido por la misericordia de Dios.
Dios es amor. El cuida de las criaturas que formó. “Como el
padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que
le temen.” “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos
llamados hijos de Dios.”
Salmos 103:13
;
1 Juan 3:1
. ¡Cuán precioso
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privilegio es éste, que seamos hijos e hijas del Altísimo, herederos
de Dios y coherederos con Jesucristo! No nos lamentemos, pues,
porque en esta vida no estemos libres de desilusiones y aflicción.
Testimonios para la Iglesia 5:315-319 (1885)
.
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