Página 111 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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El amor entre los hermanos
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la pena oculta e inexpresada de cada corazón. Si se perjudica a uno
de los pequeñuelos por los cuales murió, lo ve y pedirá cuenta al
ofensor.
Jesús es el buen Pastor. El se interesa por sus ovejas débiles, en-
fermizas y errabundas. Las conoce a todas por nombre. La angustia
de cada oveja y de cada cordero de su rebaño conmueve su corazón
de amor y simpatía; y llega a su oído el clamor que pide ayuda. Uno
de los mayores pecados de los pastores de Israel fué así señalado por
el profeta: “No corroborasteis las flacas, ni curasteis la enferma: no
ligasteis la perniquebrada, ni tornasteis la amontada, ni buscasteis la
perdida; sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con
violencia; y están derramadas por falta de pastor; y fueron para ser
comidas de toda bestia del campo, y fueron esparcidas. Y anduvie-
ron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto:
y en toda la haz de la tierra fueron derramadas mis ovejas, y no hubo
quien buscase, ni quien requiriese.”
Ezequiel 34:4-6
.
Jesús se interesa en cada uno como si no hubiese otra persona
en toda la tierra. Como Dios, ejerce gran poder en nuestro favor,
mientras que como Hermano mayor nuestro, siente todas nuestras
desgracias. La Majestad del cielo no se mantuvo alejada de la hu-
manidad degradada y pecaminosa. No tenemos un Sumo Sacerdote
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tan ensalzado y encumbrado, que no pueda fijarse en nosotros o
simpatizar con nosotros, sino que fué tentado en todas las cosas
como nosotros, aunque sin pecar.
Cuán diferente de ese espíritu es el sentimiento de indiferencia y
desprecio manifestado por algunos en ***hacia J***y los que fue-
ron afectados por su influencia. Si alguna vez se necesitó la gracia
transformadora de Dios, fué en esa iglesia. Al juzgar y condenar a
un hermano, emprendieron una obra que Dios no confió nunca a sus
manos. La dureza de corazón y un espíritu de censura y condenación
tendiente a destruir la individualidad y la independencia, se entre-
tejieron con su experiencia cristiana y desterraron de su corazón el
amor de Jesús. Apresuraos, hermanos, a sacar estas cosas de vuestra
alma antes que se diga en el cielo: “El que es injusto, sea injusto
todavía: y el que es sucio, ensúciese todavía: y el que es justo, sea
todavía justificado: y el santo sea santificado todavía.”
Apocalipsis
22:11
.