Página 118 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Joyas de los Testimonios 2
y con humildad delante de Dios arrepiéntase de la infatuación que
la indujo a hacer una promesa tan temeraria. Es mucho mejor reti-
rar una promesa tal, en el temor de Dios, que cumplirla y por ello
deshonrar a su Hacedor.
Recuerde Vd. que tiene un cielo que ganar, una senda abierta a la
perdición que rehuir. Dios quiere decir lo que dice. Cuando prohibió
a nuestros primeros padres que comiesen del fruto del árbol del
conocimiento, su desobediencia abrió las compuertas de la desgracia
para todo el mundo. Si andamos en forma que contraríe a Dios,
él nos contrariará a nosotros. Nuestra única seguridad consiste en
rendir obediencia a todos sus requerimientos, cueste lo que costare.
Todos están fundados en una sabiduría y un amor infinitos.
El espíritu de mundanalidad intensa que existe ahora, la disposi-
ción a no reconocer derechos superiores a los de la complacencia
propia, constituyen una de las señales de los postreros días. “Como
fué en los días de Noé—dijo Cristo,—así también será en los días
del Hijo del hombre. Comían, bebían, los hombres tomaban muje-
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res, y las mujeres maridos, hasta el día que entró Noé en el arca; y
vino el diluvio, y destruyó a todos.”
Lucas 17:26, 27
. Los miembros
de esta generación se están casando y dando en casamiento con el
mismo desprecio temerario de los requerimientos de Dios que se
manifestaba en los días de Noé.
Hay en el mundo cristiano una indiferencia asombrosa y alar-
mante para con las enseñanzas de la Palabra de Dios acerca del
casamiento de los cristianos con los incrédulos. Muchos de los que
profesan amar y temer a Dios prefieren seguir su propia inclinación
antes que aceptar el consejo de la sabiduría infinita. En un asunto
que afecta vitalmente la felicidad y el bienestar de ambas partes,
para este mundo y el venidero, la razón, el juicio y el temor de Dios
son puestos a un lado, y se deja que predominen el impulso ciego y
la determinación obstinada. Hombres y mujeres que en otras cosas
son sensatos y concienzudos cierran sus oídos a los consejos; son
ciegos a las súplicas y ruegos de amigos y parientes, y de los siervos
de Dios. La expresión de cautela o amonestación es considerada
como entrometimiento impertinente, y el amigo que es bastante fiel
para hacer una reprensión, es tratado como enemigo.
Todo esto está de acuerdo con el deseo de Satanás. El teje su
ensalmo en derredor del alma, y ésta queda hechizada, infatuada.