Página 138 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

Basic HTML Version

134
Joyas de los Testimonios 2
mente, a salvar el alma. Tal vez no tenga el deber de presentar los
puntos teóricos de la verdad a menos que se lo pidan, pero puede
conducir a sus pacientes a Cristo. Las lecciones del divino Maestro
son siempre apropiadas. Debe llamar la atención de los quejosos a
los indicios siempre renovados del amor y el cuidado de Dios, a su
sabiduría y bondad según se manifiestan en sus obras creadas. La
mente puede entonces ser conducida por la naturaleza al Dios de la
naturaleza, y concentrarse en el cielo que él ha preparado para los
que le aman.
El médico debe saber orar. En muchos casos debe intensificar
el dolor para salvar la vida; y sea el paciente cristiano o no, siente
mayor seguridad si sabe que su médico teme a Dios. La oración
dará a los enfermos una confianza permanente; y muchas veces, si
sus casos son presentados al gran Médico con humilde confianza,
esto hará más para ellos que todas las drogas que se les puedan
administrar.
Relación del pecado con la enfermedad
Satanás es el originador de la enfermedad; y el médico lucha
contra su obra y poder. Por doquiera prevalece la enfermedad mental.
Los nueve décimos de las enfermedades que sufren los hombres tie-
nen su fundamento en esto. Puede ser que alguna aguda dificultad del
hogar esté royendo como un cáncer el alma y debilitando las fuerzas
vitales. A veces el remordimiento por el pecado mina la constitución
y desequilibra la mente. Hay también doctrinas erróneas, como la de
un infierno que ard eternamente y el tormento sin fin de los impíos,
que, al presentar ideas exageradas y distorsionadas del carácter de
[144]
Dios, han producido el mismo resultado en las mentes sensibles.
Los incrédulos han sacado partido de estos casos desgraciados para
atribuir la locura a la religión. Pero ésta es una grosera calumnia, y
no les agradará tener que arrostrarla algún día. Lejos de ser causa
de locura, la religión de Cristo es uno de sus remedios más eficaces;
porque es un calmante poderoso para los nervios.
El médico necesita sabiduría y poder más que humanos para
saber atender a los muchos casos aflictivos de enfermedades de la
mente y del corazón que está llamado a tratar. Si ignora el poder de
la gracia divina, no puede ayudar al afligido, sino que agravará la