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Joyas de los Testimonios 2
una parte lo mejor que pueda. El hombre que tiene un talento no
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debe ir a enterrarlo. Dios ha dado a cada uno su trabajo, según
su capacidad. Aquellos a quienes han sido confiados cometidos y
capacidades mayores, no deben tratar de hacer callar a otros que
son menos capaces o expertos. Los hombres que tienen un talento
pueden alcanzar una clase de personas que aquellos que tienen dos
o cinco talentos no pueden alcanzar. Grandes y pequeños por igual,
son vasos elegidos para llevar el agua de la vida a las almas sedientas.
No repriman los predicadores al obrero más humilde, diciendo: “Vd.
debe trabajar en este ramo, o no trabajar en absoluto.” Dejadlos
libres, hermanos. Haga cada uno en su propia esfera, con su propia
armadura puesta, cuanto pueda en su manera humilde. Fortaleced sus
manos en la obra. Este no es un tiempo en que haya de predominar
el farisaísmo. Dejad trabajar a Dios por medio de quienes quiera. El
mensaje debe pregonarse.
Un llamamiento a los miembros laicos
Todos han de demostrar su fidelidad a Dios por el uso prudente
del capital que les ha sido confiado, no sólo en recursos, sino en cual-
quier don que tienda a la edificación de su reino. Satanás empleará
todo designio posible para impedir que la verdad llegue a aquellos
que están sumidos en el error; pero la voz de la amonestación y
la súplica debe llegarles. Y aunque son tan sólo pocos los que es-
tán empeñados en esta obra, millares debieran estar tan interesados
como ellos.
Dios no quiso nunca que los miembros laicos de la iglesia se
excusasen de trabajar en su causa. “Id también vosotros a mi vi-
ña” (
Mateo 20:4
), es la orden del Maestro a cada uno de los que
le siguen. Mientras en el mundo haya almas que no se han conver-
tido, deben hacerse los esfuerzos más activos, fervientes, celosos
y resueltos para su salvación. Los que han recibido la luz deben
tratar de iluminar a aquellos que no la poseen. Si los miembros de la
iglesia no emprenden individualmente esta obra, demuestran que no
tienen relación viva con Dios. Su nombre está registrado como el de
siervos perezosos. ¿No podéis discernir la razón por la cual no hay
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más espiritualidad en nuestras iglesias? Es porque no colaboráis con
Cristo.