Página 157 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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La iglesia es la luz del mundo
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Dios ha dado a cada hombre su trabajo. Espere cada uno en
Dios, y él nos enseñará a trabajar, y nos mostrará qué obra somos
más aptos para cumplir. Sin embargo, nadie debe empezar con un
espíritu independiente, para promulgar nuevas teorías. Los obreros
deben estar en armonía con la verdad y con sus hermanos. Debe
haber consultas y cooperación. Pero no han de sentir que a cada paso
deben aguardar para preguntar a algún oficial superior si pueden
hacer esto o aquello. No miréis al hombre para ser guiados, sino al
Dios de Israel.
La obra que la iglesia no ha hecho en tiempo de paz y prosperi-
dad, tendrá que hacerla durante una terrible crisis, en las circunstan-
cias más desalentadoras y prohibitivas. Las amonestaciones que la
conformidad al mundo ha hecho callar o retener, deberán darse bajo
la más fiera oposición de los enemigos de la fe. Y en ese tiempo la
clase superficial y conservadora, cuya influencia impidió constante-
mente los progresos de la obra, renunciará a la fe y se colocará con
sus enemigos declarados, hacia los cuales sus simpatías han estado
tendiendo durante mucho tiempo. Esos apóstatas manifestarán en-
tonces la más acerba enemistad y harán cuanto puedan para oprimir
y vilipendiar a sus antiguos hermanos, y para excitar la indignación
contra ellos. Ese día está por sobrecogernos.
Los miembros de la iglesia serán probados individualmente.
Serán puestos en circunstancias donde se verán obligados a dar
testimonio por la verdad. Muchos serán llamados a hablar ante
concilios y tribunales, tal vez por separado y a solas. Descuidaron de
obtener la experiencia que les habría ayudado en esta emergencia, y
su alma queda recargada de remordimiento por las oportunidades
desperdiciadas y los privilegios descuidados.
Hermano mío, hermana mía, meditad en estas cosas, os lo ruego.
Cada uno de vosotros tiene una obra que hacer. Vuestra infidelidad
y negligencia son anotadas contra vosotros en el libro mayor del
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cielo. Habéis cercenado vuestras facultades, y disminuido vuestra
capacidad. Carecéis de la experiencia y eficiencia que podríais tener.
Pero antes de que sea demasiado tarde, os ruego que despertéis. No
demoréis más. El día está casi terminado. El sol poniente se está por
esconder para siempre de vuestra vista. Mientras la sangre de Cristo
intercede, podéis hallar perdón. Recurrid a todas las energías del