Página 158 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Joyas de los Testimonios 2
alma, dedicad a trabajar fervientemente para Dios y para vuestros
semejantes las pocas horas que quedan.
Mi corazón está conmovido hasta lo sumo. Las palabras son
inadecuadas para expresar mis sentimientos mientras intercedo por
las almas que perecen. ¿Deberé interceder en vano? Como emba-
jadora de Cristo, quisiera incitaros a trabajar como nunca habéis
trabajado. Vuestro deber no puede ser transferido a otro. Nadie sino
vosotros mismos puede realizar vuestra obra. Si retenéis vuestra luz,
alguien quedará en tinieblas por vuestra negligencia.
La eternidad se extiende delante de nosotros. El telón está por al-
zarse. Los que ocupamos esta posición de solemne responsabilidad,
¿qué estamos haciendo, qué estamos pensando, que nos aferramos
a nuestro egoísta amor a la comodidad, mientras las almas están
pereciendo en derredor nuestro? ¿Se han encallecido completamente
nuestro corazones? ¿No podemos sentir o comprender que debemos
hacer una obra en favor de la salvación de los demás? Hermanos,
¿sois de la clase que teniendo ojos no ve, y teniendo oídos no oye?
¿Os ha dado Dios en vano el conocimiento de su voluntad? ¿Os
ha mandado en vano amonestación tras amonestación? ¿Creéis las
declaraciones de la verdad eterna concernientes a lo que está por
sobrevenir a la tierra? ¿Creéis que los juicios de Dios están pendien-
tes sobre la gente, y podéis, sin embargo, permanecer tranquilos,
indolentes, negligentes, amando los placeres?
No es ahora tiempo para que el pueblo de Dios fije sus afectos
o se haga tesoros en el mundo. No está lejano el tiempo en que,
como los primeros discípulos, seremos obligados a buscar refugio
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en lugares desolados y solitarios. Así como el sitio de Jerusalén por
los ejércitos romanos fué la señal para que huyesen los cristianos
de Judea, así la asunción de poder por parte de nuestra nación [los
Estados Unidos], con el decreto que imponga el día de descanso
papal, será para nosotros una amonestación. Entonces será tiempo
de abandonar las grandes ciudades, y prepararnos para abandonar
las menores en busca de hogares retraídos en lugares apartados entre
las montañas.