Página 159 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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La iglesia es la luz del mundo
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Tesoros en los cielos
Y ahora, en vez de buscar costosas moradas aquí, debemos pre-
pararnos para trasladarnos a una patria mejor, la celestial. En vez de
gastar nuestros recursos en la complacencia propia, debemos buscar
la economía. Cada talento prestado por Dios debe ser empleado para
su gloria en amonestar al mundo. Dios tiene una obra para sus cola-
boradores en las ciudades. Nuestras misiones deben ser sostenidas y
deben abrirse nuevas. El llevar a cabo esta obra con éxito requerirá
desembolsos no pequeños. Se necesitan casas de culto, donde la
gente pueda ser invitada a oír las verdades para este tiempo. Con
este mismo fin, Dios confió capital a sus mayordomos. No dejéis que
vuestras propiedades estén inmovilizadas en empresas terrenales de
carácter mundanal, de manera que esta obra sea impedida. Colocad
vuestros recursos donde podáis manejarlos para beneficio de la causa
de Dios. Enviad vuestros tesoros delante de vosotros al cielo.
Los miembros de la iglesia deben mantenerse individualmente,
con todo lo que poseen, sobre el altar de Dios. Ahora, como nunca
antes, se aplica la amonestación del Salvador: “Vended lo que po-
seéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejecen, tesoro en
los cielos que nunca falta; donde ladrón no llega ni polilla corrompe.
Porque donde está vuestro tesoro, allí también estará vuestro cora-
zón.”
Lucas 12:33, 34
. Los que inmovilizan sus recursos en grandes
casas, en tierras, en empresas mundanales, dicen por sus acciones:
“Dios no los puede tener; los quiero para mí.” Han envuelto su único
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talento en un lienzo, y lo han ocultado en la tierra. Los tales tienen
motivo para alarmarse.
Hermanos, Dios no nos ha confiado recursos para que los de-
jemos ociosos, ni para que los retengamos codiciosamente o los
ocultemos, sino para que los empleemos en hacer progresar su cau-
sa, en salvar las almas de los que perecen. No es ahora tiempo para
invertir el dinero del Señor en vuestros costosos edificios y vuestras
grandes empresas, mientras su causa se ve estorbada y debe avanzar
mendigando, con su tesorería suplida a medias. El Señor no aprueba
esa manera de trabajar. Recordad que se acerca rápidamente el día
en que se dirá: “Da cuenta de tu mayordomía.”
Lucas 16:2
. ¿No
podéis discernir las señales de los tiempos?