Página 174 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Joyas de los Testimonios 2
no habría límite ni frontera para indicarnos lo que debe hacerse y lo
que no debe hacerse.
Si estos amados hermanos hubiesen poseído mayor espirituali-
dad, si hubiesen comprendido el carácter obligatorio de la ley de
Dios, como debiera comprenderlo cada uno de nosotros, habrían
conocido su deber, y no habrían andado en tinieblas. Les fué muy
difícil ver cómo podían seguir otra conducta. Pero Dios no con-
sulta nuestra conveniencia en cuanto a sus mandamientos. Espera
de nosotros que los obedezcamos, y que así enseñemos a nuestros
hijos. Tenemos delante de nosotros el ejemplo de Abrahán, el padre
de los fieles. El Dios del cielo dice: “Porque yo lo he conocido, sé
que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el
camino de Jehová.”
Génesis 18:19
. Y ésta fué la razón por la cual se
pronunciaron grandes bendiciones sobre él y su posteridad.
Nuestros hermanos no pueden esperar la aprobación de Dios
mientras colocan a sus hijos donde les es imposible obedecer al
cuarto mandamiento. Deben esforzarse por hacer algún arreglo con
las autoridades para que sus hijos sean excusados de asistir a la
escuela el séptimo día. Si esto fracasa, entonces su deber es claro:
obedecer a cualquier costo los requerimientos de Dios.
En algunos lugares de la Europa Central, ciertas personas han
sido multadas y encarceladas por no mandar a sus hijos a la escuela
en sábado. En un lugar, después que un hermano hubo presentado
claramente su fe, vino el oficial de justicia a su puerta y obligó a los
niños a ir a la escuela. Los padres les dieron una Biblia en vez de
sus libros de texto comunes, y dedicaron el tiempo a estudiarla. Pero
dondequiera que pueda hacerse, nuestros hermanos deben establecer
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escuelas propias. Donde no pueden hacer esto, deben trasladarse tan
pronto como sea posible a algún lugar donde puedan estar libres
para guardar los mandamientos de Dios.
La prueba de la lealtad
Algunos insistirán en que el Señor no es tan meticuloso en sus
requerimientos; que no es su deber observar estrictamente el sábado
con tanta pérdida, ni ponerse en conflicto con las leyes del país.
Pero en esto es precisamente donde viene la prueba, en saber si
honraremos la ley de Dios por encima de los requerimientos de