Página 189 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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La conducta en la casa de Dios
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enemigo ha estado trabajando para destruir nuestra fe en el carácter
sagrado del culto cristiano.
El lugar dedicado a Dios no debe ser un lugar donde se realizan
transacciones comerciales mundanales. Si los niños se reúnen para
adorar a Dios en una pieza que se usa durante la semana como
escuela o almacén, serán más que humanos si no mezclan con sus
pensamientos de devoción recuerdos de sus estudios o de las cosas
que sucedieron allí durante la semana. La educación y preparación
de los jóvenes debe ser de un carácter que ensalce las cosas sagradas
y estimule la devoción pura a Dios en su casa. Muchos de los que
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profesan ser hijos del Rey celestial no tienen verdadero aprecio por
el carácter sagrado de las cosas eternas. Casi todos necesitan que
se les enseñe a conducirse en la casa de Dios. Los padres no deben
sólo enseñar, sino ordenar a sus hijos que entren en el santuario con
seriedad y reverencia.
El gusto moral de los que adoran en el santo santuario de Dios
debe ser elevado, refinado y santificado. Esto se ha descuidado tris-
temente. Su importancia se ha pasado por alto, y como resultado han
prevalecido el desorden y la irreverencia, y Dios ha sido deshonrado.
Cuando los dirigentes de la iglesia, ministros y miembros, padres y
madres, no tienen opiniones elevadas sobre el asunto, ¿qué se puede
esperar de los niños inexpertos? Con demasiada frecuencia se los
encuentra en grupos, separados de los padres que debieran encar-
garse de ellos. No obstante estar en la presencia de Dios, y bajo su
mirada, son livianos y triviales, cuchichean y ríen, son descuidados,
irreverentes y desatentos. Rara vez se les indica que el ministro es el
embajador de Dios, que el mensaje que trae es uno de los medios
designados por Dios para salvar a las almas, y que para todos los
que tienen el privilegio de ser puestos a su alcance, será sabor de
vida para vida o de muerte para muerte.
Las críticas hechas al sermón
La mente delicada y susceptible de los jóvenes forma su con-
cepto de las labores de los siervos de Dios por la manera en que
sus padres las tratan. Muchas cabezas de familias hacen del culto
un asunto de crítica en casa, aprobando algunas cosas y condenan-
do otras. Así se critica y pone en duda el mensaje de Dios a los