Página 190 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Joyas de los Testimonios 2
hombres, y se lo hace tema de liviandad. ¡Sólo los libros del cielo
revelarán qué impresiones hacen sobre los jóvenes estas observacio-
nes descuidadas e irreverentes! Los niños ven y comprenden estas
cosas mucho más rápidamente de lo que pueden pensar los padres.
Sus sentidos morales quedan mal encauzados, cosa que el tiempo
nunca podrá cambiar completamente. Los padres se lamentan por la
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dureza de corazón de sus hijos, y por lo difícil que es despertar su
sensibilidad moral para que respondan a los requerimientos de Dios.
Pero los libros del cielo llevan, anotada por una pluma que no se
equivoca, la verdadera causa. Los padres no estaban convertidos. No
estaban en armonía con el cielo ni con la obra del cielo. Sus ideas
bajas y comunes del carácter sagrado del ministerio y del santuario
de Dios se reprodujeron en la educación de sus hijos. Es de dudar que
alguno que haya estado durante años bajo la influencia agostadora
de tal instrucción doméstica pueda ya tener una reverencia sensible
y alta consideración por el ministerio de Dios y por los agentes
que él designó para la salvación de las almas. Debemos hablar
de estas cosas con reverencia, con lenguaje decoroso y delicada
susceptibilidad, a fin de demostrar a todos los que se asocian con
nosotros que consideramos el mensaje de los siervos de Dios como
mensaje dirigido a nosotros por Dios mismo.
Padres, tened cuidado en cuanto al ejemplo y a las ideas que
inculcáis a vuestros hijos. Sus mentes son plásticas y las impresio-
nes se graban fácilmente en ellas. En lo que respecta al servicio del
santuario, si el que habló tiene alguna mancha, temed mencionarlo.
Hablad tan sólo de la buena obra que hace, de las buenas ideas que
presentó, que debierais escuchar como procedentes del agente de
Dios. Puede verse fácilmente por qué los niños reciben tan poca
impresión del ministerio de la palabra, y por qué tienen tan poca
reverencia para con la casa de Dios. Su educación ha sido deficiente
al respecto. Sus padres necesitan comunión diaria con Dios. Sus
propias ideas necesitan ser refinadas y ennoblecidas; sus labios nece-
sitan ser tocados con carbón vivo del altar; entonces sus costumbres
y sus prácticas en el hogar harán una buena impresión sobre la mente
y el carácter de sus hijos. La norma de la religión se elevará mucho.
Los padres tales harán una gran obra por Dios. Tendrán menos apego
a la tierra, menos sensualidad, y más refinamiento y fidelidad en el
hogar. Su vida quedará investida de una solemnidad que difícilmente
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