La piedad práctica
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del amor vincularán los corazones y la fuerza de la unión estará de
acuerdo con la medida de la gracia y de la verdad que se disfrute.
Sería bueno que cada uno de nosotros alzase el espejo, la real ley
de Dios, para ver en ella el reflejo de su propio carácter. Tengamos
cuidado de no pasar por alto las señales de peligro y las amonesta-
ciones dadas en su Palabra. A menos que se preste atención a estas
amonestaciones y se venzan los defectos del carácter, éstos vencerán
a quienes los posean, y ellos caerán en el error, la apostasía y el pe-
cado abierto. La mente que no se eleve a la norma más alta, perderá
con el tiempo su fuerza de retener lo que había ganado una vez. “Así
que, el que piensa estar firme, mire no caiga.” “Así que vosotros, oh
amados, pues estáis amonestados, guardaos que por el error de los
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abominables no seáis juntamente extraviados, y caigáis de vuestra
firmeza. Mas creced en la gracia y conocimiento de nuestro Señor y
Salvador Jesucristo.”
1 Corintios 10:12
;
2 Pedro 3:17, 18
.
Espiritualidad y eficiencia
Dios ha elegido en estos postreros días un pueblo al que ha
hecho depositario de su ley, y este pueblo tendrá siempre tareas
desagradables que cumplir. “Yo sé tus obras, y tu trabajo y paciencia;
y que tú no puedes sufrir los malos, y has probado a los que se
dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has
sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado por mi nombre, y no
has desfallecido.”
Apocalipsis 2:2, 3
. Se requerirá mucha diligencia
y una lucha continua para mantener el mal apartado de nuestras
iglesias. Debe ejercerse una disciplina rígida e imparcial; porque
algunos que tienen una apariencia de religión, tratarán de minar la fe
de los demás y trabajarán privadamente para ensalzarse a sí mismos.
En el monte de las Olivas, el Señor Jesús declaró categóricamen-
te que “por haberse multiplicado la maldad, la caridad de muchos
se resfriará.”
Mateo 24:12
. Habla de una clase de personas que ha
caído de un alto estado de espiritualidad. Penetren en los corazo-
nes estas declaraciones con poder solemne y escrutador. ¿Dónde
están el fervor y la devoción a Dios que corresponden a la grandeza
de la verdad que aseveramos creer? El amor al mundo y a algún
pecado favorito desarraigó del corazón el amor a la oración y a la
meditación en las cosas sagradas. Se sigue cumpliendo una serie de