Página 200 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Joyas de los Testimonios 2
servicios religiosos formales; pero, ¿dónde está el amor de Jesús?
La espiritualidad está muriendo. ¿Ha de perpetuarse este sopor, este
lamentable deterioro? ¿Ha de vacilar y apagarse en las tinieblas la
lámpara de la verdad porque no se la abastece con el aceite de la
gracia?
Quisiera que cada predicador y cada uno de nuestros obreros
pudiese ver este asunto como me ha sido presentado. La estima y
la suficiencia propias están matando la vida espiritual. Se ensalza
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el yo y se habla de él. ¡Ojalá muriese el yo! “Cada día muero”
(
1 Corintios 15:31
), dijo el apóstol Pablo. Cuando esta suficiencia
propia, orgullosa y jactanciosa, y esta justicia propia complaciente,
compenetran el alma, no hay lugar para Jesús. Se le da un lugar
inferior, mientras que el yo crece en importancia y llena todo el
templo del alma. Tal es la razón por la cual el Señor puede hacer tan
poco por nosotros. Si él obrase con nuestros esfuerzos, el instrumento
atribuiría toda la gloria a su propia habilidad, sabiduría y capacidad,
y se congratularía como el fariseo: “Ayuno dos veces a la semana,
doy diezmos de todo lo que poseo.”
Lucas 18:12
. Cuando el yo
se oculte en Cristo, no subirá a la superficie con tanta frecuencia.
¿Satisfaremos el deseo del Espíritu de Dios? ¿Nos espaciaremos más
en la piedad práctica y mucho menos en los arreglos mecánicos ?
Los siervos de Cristo deben vivir como a la vista de él y de los
ángeles. Deben tratar de comprender los requerimientos de nuestro
tiempo y prepararse para hacerles frente. Satanás está atacándonos
constantemente en forma nueva y desconocida, y ¿por qué habrían
de ser deficientes los oficiales del ejército de Dios? ¿Por qué dejarían
sin cultivar alguna facultad de su naturaleza? Hay que hacer una
gran obra, y si falta acción armoniosa para hacerla, es por causa de
la estima y el amor propios. Es únicamente cuando nos esmeramos
por ejecutar las órdenes del Maestro sin dejar sobre la obra nuestra
estampa e identidad, cuando trabajamos eficiente y armoniosamente.
“Uníos—dijo el ángel,—uníos.”
Espaciémonos en la religión práctica
Ruego a los que ministráis en las cosas sagradas, que os espaciéis
más en la religión práctica. ¡Cuán raramente se ve la conciencia sen-
sible, el verdadero pesar del alma y sentida convicción del pecado!