Página 20 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Joyas de los Testimonios 2
caso. No acepto el mensaje que me traéis. Estoy haciendo lo mejor
que puedo. Creo la verdad.”
Aquel siervo malo que dice en su corazón: “Mi Señor se tarda
en venir” (
Mateo 24:48
), profesa estar aguardando a Cristo. Es un
“siervo” exteriormente dedicado al servicio de Dios, mientras que
en su corazón ha cedido a Satanás. No niega abiertamente la verdad,
como el escarnecedor, sino que revela en su vida el sentir de su
corazón, a saber, que la venida del Señor se tarda. La presunción lo
vuelve negligente de los intereses eternos. Acepta las máximas del
mundo y se conforma a sus costumbres y prácticas. En él predomi-
nan el egoísmo, el orgullo mundanal y las ambiciones. Temiendo
que sus hermanos ocupen un puesto más elevado que él mismo,
empieza a hablar despectivamente de sus esfuerzos y a impugnar
sus motivos. Así hiere a sus consiervos. A medida que se aparta del
pueblo de Dios, se une más y más con los impíos. Se lo encuentra
comiendo y bebiendo “con los borrachos” (
vers. 49
), uniéndose con
los mundanos y participando de su espíritu. Así queda adormecido
en una seguridad carnal, y vencido por la indiferencia y la pereza.
Su mal se inició cuando comenzó a descuidar la vigilancia y la
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oración secreta. Luego sacrificó otros deberes religiosos, y así se
abrió la puerta para todos los pecados que siguieron. Cada cristiano
será asaltado por las seducciones del mundo, los clamores de la
naturaleza carnal, y las tentaciones directas de Satanás. Nadie está
seguro. Cualquiera que haya sido nuestra experiencia, por elevada
que sea nuestra posición, necesitamos velar y orar de continuo. De-
bemos ser dominados diariamente por el Espíritu de Dios o seremos
dominados por Satanás.
Una amonestación solemne
Las instrucciones que dió el Salvador a sus discípulos estaban
destinadas a beneficiar a sus seguidores de toda época. Cuando dijo:
“Mirad por vosotros” (
Lucas 21:34
), tenía en vista a los que vivirían
cerca del fin del tiempo. A cada uno le toca apreciar por su cuenta
en su corazón las gracias preciosas del Espíritu Santo.
Satanás está obrando con incansable perseverancia e intensa
energía para arrastrar a sus filas a los que profesan seguir a Cristo.
Está obrando “con todo engaño de iniquidad en los que perecen.”
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