Página 205 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Un sueño impresionant
Estimado Hno. M***: Anoche tuve un sueño impresionante. Me
parecía que Vd. estaba en una fuerte embarcación navegando por
aguas muy agitadas. A veces las olas pasaban por encima del puente
y Vd. quedaba empapado de agua. Vd. dijo: “Me bajaré; este barco
se hunde.” “No—dijo alguien que parecía ser el capitán,—este barco
va a llegar al puerto. Nunca se hundirá.” Pero Vd. contestó: “Seré
arrebatado por las olas. No soy ni capitán ni segundo oficial, ¿a quién
le importa lo que haga? Deseo aprovechar la oportunidad de llegar
a ese barco que se ve más allá.” Dijo el capitán: “No le dejaré ir
allí; porque sé que aquel barco encallará en las rocas antes de llegar
al puerto.” Vd. se enderezó y dijo con tono positivo: “Este barco
ha de naufragar; lo puedo ver tan claramente como si ya hubiese
sucedido.” El capitán le miró con ojo escrutador y dijo firmemente:
“No permitiré que Vd. pierda su vida subiendo a aquel barco. Su
maderamen está carcomido, y es una embarcación engañosa. Si Vd.
tuviese más conocimiento, podría discernir entre lo espurio y lo
genuino, lo santo y lo que está destinado a la ruina completa.”
Me desperté; pero este sueño me induce a escribirle. Me agitaron
sentimientos profundos acerca de algunas de estas cosas, cuando
llegó una carta diciéndome que Vd. estaba “bajo gran tentación y
prueba.” ¿De qué se trata, Hno. M***? ¿Lo está tentando nuevamen-
te Satanás? ¿Está permitiendo Dios que se vea puesto en el mismo
lugar donde fracasó antes? ¿Permitirá Vd. ahora que la incredulidad
se apodere de su alma? ¿Fracasará Vd. cada vez, como los hijos de
Israel? ¡Dios le ayude a resistir al diablo y salir más fuerte de cada
prueba de su fe!
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Tenga Vd. cuidado acerca de los pasos que dé. Haga sendas
rectas para sus pies. Cierre la puerta a la incredulidad, y haga de
Dios su fortaleza. Si se halla perplejo, guarde silencio; no dé ningún
paso en la obscuridad. Me siento profundamente preocupada por
su alma. Esta puede ser la última prueba que Dios le conceda. No
Testimonios para la Iglesia 5:571-573 (1889)
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