Página 219 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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La apariencia del ma
Me siento instada a dirigirme a aquellos que están empeñados
en dar el último mensaje de amonestación al mundo. El que aquellos
por quienes trabajen vean y acepten la verdad depende mucho de
los obreros individualmente. La orden de Dios es: “Limpiaos los
que lleváis los vasos de Jehová.”
Isaías 52:11
. Y Pablo encarga a
Timoteo: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina.”
1 Timoteo
4:16
. La obra debe principiar con el obrero; éste debe estar unido
con Cristo como el sarmiento está unido a la vid. “Yo soy la vid—
dijo Cristo,—vosotros los pámpanos.”
Juan 15:5
. Esto representa la
relación más íntima que sea posible. Injértase la rama sin hojas en
la cepa floreciente, y viene a ser un sarmiento vivo que saca savia
y nutrición de la vid. Fibra por fibra, vena por vena, el sarmiento
se aferra hasta que brota y florece y lleva fruto. La rama sin savia
representa al pecador. Cuando está unida con Cristo, el alma se une
al alma, lo débil y finito a lo santo e infinito, y el hombre llega a ser
uno con Cristo.
“Sin mí—dice Cristo—nada podéis hacer.”
Juan 15:5
. ¿Estamos
unidos con Cristo los que aseveramos ser obreros suyos? ¿Moramos
en Cristo y somos uno con él? El mensaje que llevamos es mundial.
Debe llegar a todas las naciones, lenguas y pueblos. El Señor no
requerirá de ninguno de nosotros que salga con este mensaje, sin
darnos gracia y poder para presentarlo a la gente de una manera que
corresponda a su importancia. La gran cuestión para nosotros hoy es:
¿Estamos llevando hoy al mundo este solemne mensaje de verdad de
tal manera que manifieste su importancia ? El Señor obrará con los
obreros si ellos dependen únicamente de Cristo. Nunca quiso que
sus misioneros trabajasen sin su gracia, destituídos de su poder.
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Cristo nos ha elegido del mundo, para que seamos un pueblo
peculiar y santo. El “se dió a sí mismo por nosotros para redimirnos
de toda iniquidad, y limpiar para sí un pueblo propio, celoso de
buenas obras.”
Tito 2:14
. Los obreros de Dios deben ser hombres de
Testimonios para la Iglesia 5:591-603 (1889)
.
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