El amor por los que yerran
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Respírese la atmósfera del cielo
Pero ¡cuánto se ha descuidado esta obra! Si los pensamientos y
los afectos fuesen dedicados completamente a Dios, ¿ pensáis que
se abandonarían sin cuidado ni sentimiento, como ha sucedido, las
almas que están en el error, expuestas a las tentaciones de Satanás?
¿No se harían mayores esfuerzos, con el amor y la sencillez de
Cristo, para salvar a los que vagan perdidos? Todos los que están
verdaderamente consagrados a Dios se dedicarán con el mayor celo a
la obra por la cual él ha hecho más, por la cual ha hecho un sacrificio
infinito: la obra de salvar a las almas. Tal es la obra especial que ha
de ser apreciada y sostenida, sin dejarla nunca flaquear.
Dios llama a sus hijos a despertar y a salir de la atmósfera frígida
en la cual han estado viviendo, a sacudir las impresiones e ideas
que helaron los impulsos del amor y los mantuvieron en inactividad
egoísta. Los invita a subir de su nivel bajo y terrenal y respirar en la
clara y asoleada atmósfera del cielo.
Nuestros cultos deben ser ocasiones sagradas y preciosas. La
reunión de oración no es un lugar donde los hermanos han de censu-
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rarse y condenarse unos a otros, donde haya de haber sentimientos
desprovistos de bondad y discursos duros. Cristo será ahuyentado
de las asambleas donde este espíritu se manifieste, y Satanás vendrá
para dirigir. No debe dejarse penetrar nada que sepa a un espíritu
anticristiano, falto de amor, porque ¿no nos congregamos para pedir
misericordia y perdón del Señor? El Salvador ha dicho claramente:
“Con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados; y con la medida con
que medís, os volverán a medir.”
Mateo 7:2
. ¿Quién puede subsistir
delante de Dios y presentar un carácter sin defecto, una vida sin
mancha? ¿Cómo puede, pues, atreverse alguno a criticar y condenar
a sus hermanos? Aquellos que pueden esperar salvación únicamente
por los méritos de Cristo, que deben buscar perdón por la virtud de
su sangre, están bajo la más solemne obligación de manifestar amor,
piedad y perdón hacia sus compañeros en el pecado.
Hermanos, a menos que aprendáis a respetar el lugar de devoción,
no recibiréis la bendición de Dios. Podéis rendirle una forma de
adoración, pero no será un servicio espiritual. “Porque donde están
dos o tres congregados en mi nombre,—dice Jesús,—allí estoy en
medio de ellos.”
Mateo 18:20
. Todos deben sentir que están en la