Página 238 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Joyas de los Testimonios 2
salvarle? Mientras tratabais a aquellos que vacilaban y se tamba-
leaban bajo la carga de sus propias flaquezas de disposición y de
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sus hábitos defectuosos, ¿los habéis dejado pelear sus batallas solos,
cuando podríais haberles ayudado? ¿No habéis pasado de un lado
del camino frente a estas almas fieramente tentadas, mientras que
el mundo estaba listo para manifestarles simpatía y para atraerlas
a las redes de Satanás? ¿No habéis estado como Caín listos para
decir: “¿Soy yo guarda de mi hermano?”
Génesis 4:9
. ¿Cómo debe
considerar la obra de vuestra vida la gran Cabeza de la iglesia? ¿Có-
mo mira vuestra indiferencia para con los que se extravían del buen
camino, Aquel para quien toda alma es preciosa, como comprada
por su sangre? ¿No teméis que él os deje como los habéis dejado a
ellos? Tened por seguro que el verdadero Centinela de la casa del
Señor ha notado toda negligencia.
¿No han sido eliminados de vuestra vida Cristo y su amor, hasta
que una forma mecánica ha reemplazado el servicio del corazón?
¿Dónde está el ardor que sentía una vez vuestra alma al oír mencionar
el nombre de Jesús? En la novedad de vuestra primera dedicación,
¡cuán ferviente era vuestro amor por las almas! ¡Con cuánto ardor
tratabais de presentarles el amor del Salvador! La ausencia de este
amor os ha hecho fríos, críticos, exigentes. Tratad de reconquistarlo,
y de trabajar luego para llevar almas a Cristo. Si os negáis a hacer eso,
surgirán otros que tienen menos luz, experiencia y oportunidades,
y os reemplazarán para hacer aquello que vosotros descuidasteis;
porque la obra de salvar a los tentados, a los probados y a los que pe-
recen, debe ser hecha. Cristo ofrece el servicio a su iglesia; ¿quiénes
lo aceptarán?
Dios no ha pasado por alto las buenas acciones, los actos de
abnegación de la iglesia en lo pasado. Todo está registrado en el
cielo. Pero estas cosas no bastan. No salvarán a la iglesia cuando ella
deje de cumplir su misión. A menos que cesen la cruel negligencia
e indiferencia manifestadas en lo pasado, la iglesia, en vez de ir de
fuerza en fuerza, continuará degenerando hacia la debilidad y el for-
malismo. ¿Dejaremos que sea así? ¿Han de perpetuarse el embotado
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sopor, el lamentable deterioro del amor y del celo espiritual? ¿Es
ésta la condición en la cual Cristo ha de hallar a su iglesia?
Hermanos, vuestras lámparas habrán seguramente de vacilar
y debilitarse hasta apagarse en las tinieblas a menos que hagáis