Página 250 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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La presencia de Dios es rea
Estimado Hno. Q***: Me es grato que esté hoy en ***, y si Vd.
cumple con su cometido, será en verdad el hombre que se necesita
allí. Mantenga el yo escondido; no lo deje manifestarse para echar
a perder la obra, aunque eso sería natural. Ande humildemente con
Dios. Trabajemos por el Maestro con energía desinteresada, man-
teniendo delante de nosotros un sentido de la constante presencia
de Dios. Pensemos en Moisés, en la paciencia y longanimidad que
caracterizaba su vida. Pablo, en su epístola a los hebreos, dice: “Por-
que se sostuvo como viendo al Invisible.”
Hebreos 11:27
. El carácter
que Pablo atribuía así a Moisés no significa ofrecer simplemente
una resistencia pasiva al mal, sino perseverar en lo bueno. El tuvo
al Señor siempre en su pensamiento, y el Señor estaba siempre a su
diestra para ayudarle.
Moisés tenía un profundo sentido de la presencia personal de
Dios. No miraba solamente a través de los siglos esperando que
Cristo se manifestase en la carne, sino que veía a Cristo de una
manera especial acompañando a los hijos de Israel en todos sus
viajes. Dios era real para él, siempre presente en sus pensamientos.
Cuando se le interpretaba erróneamente, cuando estaba llamado a
arrostrar peligros y soportar insultos por amor de Cristo, los sufría sin
represalias. Moisés creía en Dios, como en Aquel a quien necesitaba,
y quien le ayudaría por causa de su necesidad. Dios era para él un
auxilio presente.
Mucha de la fe que vemos es meramente nominal; escasea la
fe verdadera, confiada y perseverante. Moisés realizó en su propia
experiencia la promesa de que Dios será galardonador de aquellos
que le buscan diligentemente. Tenía respeto por la recompensa del
galardón. En esto hay otro punto de la fe que deseamos estudiar: Dios
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recompensará al hombre de fe y obediencia. Si esta fe penetra en la
experiencia de la vida, habilitará a cada uno de los que temen y aman
a Dios para soportar pruebas. Moisés estaba lleno de confianza en
Testimonios para la Iglesia 5:651-653 (1889)
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