Página 269 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Naturaleza e influencia de los Testimonios
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se deleitan? Lo que deben decidir es: ¿Me negaré a mí mismo y
recibiré como de Dios los
Testimonios
que reprenden mis pecados,
o rechazaré los
Testimonios porque
reprenden mis pecados?
En muchos casos se reciben plenamente los
Testimonios,
se
rechaza el pecado y la complacencia, e inmediatamente se inicia
una reforma en armonía con la luz que Dios ha dado. En otros
casos, se sigue en las complacencias pecaminosas, se rechazan los
Testimonios,
y se dan a otros muchas excusas falsa
acerca de la
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razón que se tiene para negarse a recibirlos. No se da la
verdadera
razón. Es una falta de valor moral y de una voluntad fortalecida y
regida por el Espíritu de Dios para renunciar a los hábitos nocivos.
Satanás es hábil para sugerir dudas e idear objeciones al testimo-
nio directo que Dios envía, y muchos piensan que es una virtud, un
indicio de inteligencia en ellos el ser incrédulos y presentar dudas.
Los que desean dudar, tendrán abundante ocasión para ello. Dios
no se propone evitarnos toda oportunidad de ser incrédulos. El da
evidencias, que deben ser investigadas cuidadosamente con mente
humilde y espíritu susceptible de ser enseñado; y todos deben decidir
por el peso de la evidencia. Dios da suficiente evidencia para que
pueda creer el espíritu sincero; pero el que se aparta del peso de la
evidencia porque hay unas pocas cosas que su entendimiento finito
no puede aclarar, será dejado en la atmósfera fría y helada de la
incredulidad y de la duda, y perderá su fe. ...
El descuido de los “Testimonios”
No sólo los que rechazan los
Testimonios
o albergan dudas con
respecto a ellos están en terreno peligroso. Despreciar la luz es
rechazarla.
Algunos de vosotros reconocéis de palabra la reprensión; pero
no la aceptáis en el corazón. Seguís como antes, pero siendo menos
susceptibles a la influencia del Espíritu de Dios, encegueciéndoos
cada vez más, teniendo menos visión, menos dominio propio, menos
fuerza moral y menos celo y placer por los ejercicios religiosos; y
si no os convertís, perderéis finalmente toda vuestra confianza en
Dios. No habéis hecho cambios decididos en vuestra vida cuando
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