Página 276 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

Basic HTML Version

272
Joyas de los Testimonios 2
escuela de Cristo, para ser preparada y disciplinada para una obra
especial? ¿No soy más inteligente acerca de los deberes y peligros
del pueblo de Dios que aquellos a quienes nunca han sido presen-
tadas estas cosas? No quisiera deshonrar a mi Hacedor admitiendo
que toda esta luz, toda la manifestación de su gran poder en mi obra
y experiencia ha sido inútil, que no ha educado mi juicio ni me ha
preparado para su obra.
Cuando veo a hombres y mujeres que adoptan la conducta, o
albergan los mismos rasgos que han puesto en peligro a otras almas
y herido la causa de Dios, y que el Señor ha reprendido vez tras vez,
¿cómo puedo sino sentir alarma? Cuando veo almas tímidas cargadas
con el sentimiento de sus imperfecciones, y sin embargo luchando
concienzudamente para hacer lo que Dios ha dicho que es correcto, y
sé que el Señor aprueba sus fieles esfuerzos, ¿no hablaré una palabra
de aliento a esos pobres corazones temblorosos? ¿Callaré porque
cada caso individual no me ha sido señalado en visión directa?
“Pero si el atalaya viere venir la espada, y no tocare la corneta,
[298]
y el pueblo no se apercibiere, y viniendo la espada, tomare de él
alguno; él por causa de su pecado fué tomado, mas demandaré su
sangre de mano del atalaya. Tú pues, hijo del hombre, yo te he
puesto por atalaya a la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca,
y los apercibirás de mi parte. Diciendo yo al impío: Impío, de cierto
morirás; si tú no hablares para que se guarde el impío de su camino,
el impío morirá por su pecado, mas su sangre yo la demandaré de
tu mano. Y si tú avisares al impío de su camino para que de él se
aparte, y él no se apartare de su camino, por su pecado morirá él, y
tú libraste tu vida.”
Ezequiel 33:6-9
.
En un sueño que tuve hace poco, me vi frente a una asamblea
de gente entre la cual algunos hacían esfuerzos para eliminar la
impresión de un muy solemne testimonio de amonestación que les
había dado. Decían: “Creemos los testimonios de la Hna. White;
pero cuando nos dice cosas que no ha visto directamente en visión
del caso particular que se considera, sus palabras no tienen más valor
para nosotros que las de cualquiera otra persona.” El Espíritu del
Señor vino sobre mí, y me levanté y los reprendí en el nombre de
Jehová. Repetí en substancia lo que he presentado ya acerca del
centinela. Esto, dije, se aplica a vuestro caso y al mío.