Página 284 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Joyas de los Testimonios 2
no entienden las palabras inspiradas. No están dispuestos a aguardar
pacientemente hasta que Dios vea propio revelarles la verdad. Pien-
san que su sabiduría humana, sin ayuda alguna, es suficiente para
permitirles comprender la Escritura; y al fracasar en ello, niegan
virtualmente su autoridad.
Es cierto que muchas teorías y doctrinas popularmente creídas
como enseñanza de la Biblia, no tienen fundamento en la Escritura,
y son a la verdad contrarias a todo el tenor de la inspiración. Estas
cosas han sido causa de duda y perplejidad para muchas mentes. Sin
embargo, no son imputables a la Palabra de Dios, sino a la perversión
que el hombre le ha hecho sufrir. Pero las dificultades que hay en la
Biblia no arrojan sombra sobre la sabiduría de Dios; no causarán la
ruina de nadie que no habría sido destruido aun cuando no existiesen
dificultades tales. Aun cuando no hubiese en la Biblia misterios que
poner en duda, la propia falta de discernimiento espiritual de esas
mentes les habría hecho hallar causa de tropiezo en los más claros
asertos de Dios.
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Los hombres que se imaginan dotados de facultades mentales
tan superiores que pueden explicar todos los caminos y las obras de
Dios, están tratando de ensalzar la sabiduría humana hasta igualarla
con la divina y de glorificar al hombre como Dios. Están tan sólo
repitiendo lo que Satanás declaró a Eva en el Edén: “Seréis como
dioses.”
Génesis 3:5
. Satanás cayó por tener la ambición de ser igual
a Dios. Deseó entrar en los consejos y propósitos divinos, de los
cuales había sido excluído porque como ser creado era incapaz de
comprender la sabiduría del Ser infinito. Fué este ambicioso orgullo
lo que le indujo a rebelarse, y por el mismo medio trata de causar la
ruina del hombre.
Insondable profundidad de la verdad
Hay misterios en el plan de la redención: la humillación del
Hijo de Dios, para que fuese hallado como hombre, el admirable
amor y la condescendencia del Padre al entregar a su Hijo; y esos
misterios constituyen temas de continuo asombro para los ángeles
celestiales. El apóstol Pedro, hablando de la revelación dada a los
profetas en cuanto a “las aflicciones que habían de venir a Cristo, y
las glorias después de ellas,” dice que son cosas “en las cuales desean