Página 285 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Los misterios de la Biblia como prueba de su inspiración
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mirar los ángeles.”
1 Pedro 1:11, 12
. Constituirán el estudio de los
redimidos a través de las edades eternas. A medida que contemplen
la obra de Dios en la creación y la redención, nuevas verdades se
revelarán continuamente a su mente asombrada y deleitada. Y a
medida que vayan aprendiendo más y más de la sabiduría, el amor
y el poder de Dios, su mente se irá ampliando constantemente y su
gozo aumentará de continuo.
Si para los seres creados fuese posible obtener una comprensión
plena de Dios y sus obras, después de lograrla no habría para ellos
mayor descubrimiento de la verdad, ni crecimiento en el conoci-
miento, ni ulterior desarrollo del intelecto o el corazón. Dios no
sería ya supremo; y los hombres, habiendo alcanzado el límite del
conocimiento y del progreso, dejarían de avanzar. Demos gracias
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a Dios de que no es así. Dios es infinito; en él están “escondidos
todos los tesoros de sabiduría y conocimiento.”
Colosenses 2:3
. Y
durante toda la eternidad los hombres podrán estar investigando y
aprendiendo siempre, y sin embargo no podrán agotar los tesoros de
su sabiduría, bondad y poder.
Dios quiere que, aun en esta vida, la verdad se vaya desarrollando
siempre ante su pueblo. Hay tan sólo una manera en que puede
obtenerse este conocimiento. Podemos alcanzar a comprender la
Palabra de Dios únicamente por la iluminación de aquel Espíritu por
el cual fué dada la Palabra. “Nadie conoció las cosas de Dios, sino
el Espíritu de Dios;” “porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo
profundo de Dios.” Y la promesa del Salvador a quienes le siguen
es: “Cuando viniere aquel Espíritu de verdad, él os guiará a toda
verdad; ... porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.”
1 Corintios
2:11, 10
;
Juan 16:13, 14
.
La iluminación divina prometida
Dios desea que el hombre ejercite sus facultades de raciocinio; y
el estudio de la Biblia fortalecerá y elevará el intelecto como nin-
gún otro estudio puede hacerlo. Es el mejor ejercicio intelectual y
espiritual para la mente humana. Sin embargo, no debemos endiosar
la razón, que está sujeta a la debilidad y flaqueza de la humanidad.
Si no queremos que las Escrituras queden veladas para nuestro en-
tendimiento, de manera que no podamos comprender las más claras