Página 286 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Joyas de los Testimonios 2
verdades, debemos tener la sencillez y fe de un niñito, estar listos
para aprender y solicitar la ayuda del Espíritu Santo. Un sentido del
poder y la sabiduría de Dios y de nuestra incapacidad para com-
prender su grandeza, debe inspirarnos humildad, y debemos abrir
su Palabra con tanta reverencia como si entráramos en su presencia.
Cuando acudimos a la Biblia, la razón debe reconocer una autoridad
superior a ella, y el corazón y el intelecto deben inclinarse ante el
gran YO SOY.
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Progresaremos en el verdadero conocimiento espiritual tan sólo
en la medida en que comprendamos nuestra propia pequeñez y nues-
tra entera dependencia de Dios; pero todos los que acudan a la Biblia
con un espíritu dispuesto a ser enseñado y a orar, para estudiar sus
declaraciones como Palabra de Dios, recibirán iluminación divina.
Hay muchas cosas aparentemente difíciles u obscuras, que Dios hará
claras y sencillas para aquellos que traten así de comprenderlas.
Hay a veces hombres de capacidad intelectual, mejorada por
la educación y la cultura, que no alcanzan a comprender ciertos
pasajes de la Escritura, mientras que otros que no tienen instrucción,
cuyo entendimiento parece débil y cuya mente no está disciplinada,
comprenden su significado y hallan fuerza y consuelo en aquello que
los primeros declaran tedioso, o pasan por alto como si no tuviese
importancia. ¿Por qué es esto? Me ha sido explicado que la última
clase no confía en su propio entendimiento. Van a la fuente de la
luz, Aquel que inspiró las Escrituras, y con humildad de corazón
piden sabiduría a Dios, y la reciben. Hay minas de verdad que ha
de descubrir todavía el investigador ferviente. Cristo representó la
verdad por un tesoro oculto en un campo. No está en la misma
superficie; debemos cavar para encontrarla. Pero nuestro éxito en
esto no depende tanto de nuestra capacidad intelectual como de
nuestra humildad de corazón y de una fe que se vale de la ayuda
divina.
Sin la dirección del Espíritu Santo, estaremos constantemente
expuestos a torcer las Escrituras o a interpretarlas mal. Muchas veces
la lectura de la Biblia no reporta provecho, y hasta puede causar un
daño positivo. Cuando la Palabra de Dios se abre sin reverencia ni
oración; cuando los pensamientos y afectos no están fijos en Dios ni
armonizan con su voluntad, el intelecto está enturbiado por la duda;
y el escepticismo se fortalece en el mismo estudio de la Biblia. El