El conflicto inminente
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presente para este tiempo. Mostremos a la gente dónde estamos en la
historia profética, y procuremos despertar el espíritu del verdadero
protestantismo, haciendo sentir al mundo el valor de los privilegios
de la libertad religiosa que se han disfrutado durante tanto tiempo.
Dios nos invita a despertarnos, porque el fin se acerca. Cada
hora que transcurre es hora de actividad en los atrios celestiales,
para preparar en la tierra un pueblo que desempeñe un papel en
las grandes escenas que están por sobrecogernos. Estos momentos
que pasan, que nos parecen de tan poco valor, están cargados de
intereses eternos. Están amoldando el destino de las almas para la
vida eterna o la muerte eterna. Las palabras que pronunciemos hoy a
oídos de la gente, las obras que hagamos, el espíritu del mensaje que
proclamemos, serán un sabor de vida para vida, o de muerte para
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muerte.
Hermanos míos, ¿comprendéis que vuestra propia salvación,
como también el destino de otras almas, depende de los preparativos
que hagáis para la prueba que nos espera? ¿Tenéis el celo intenso, la
piedad y devoción que os capacitarán para subsistir cuando hayáis de
hacer frente a la oposición? Si alguna vez Dios habló por mí, llegará
el momento cuando seréis llevados ante concilios, y se criticará
severamente todo punto de la verdad que sostenéis. El tiempo que
tan pródigamente se desperdicia ahora, debiera dedicarse al encargo
que Dios nos ha hecho de prepararnos para la crisis inminente.
Preparativos para la crisis
Como nunca antes, la ley de Dios debiera ser amada y honrada
por su pueblo fiel. Existe la más imperativa necesidad de inculcar
en la mente y los corazones de todos los creyentes, hombres y
mujeres, jóvenes y niños, la recomendación de Cristo: “Escudriñad
las Escrituras.”
Juan 5:39
. Estudiad vuestra Biblia como nunca la
habéis estudiado antes. A menos que subáis a un nivel más elevado y
santo en vuestra vida religiosa, no estaréis listos para la aparición de
nuestro Señor. Dios espera de su pueblo un celo, una fidelidad y una
devoción correspondientes a la gran luz que le ha dado. Debe haber
más espiritualidad, una consagración más profunda a Dios y un celo
en su obra que nunca se ha alcanzado todavía. Debe dedicarse mucho