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Joyas de los Testimonios 2
verdad debe ser establecida como principio vivo en nuestra mente y
corazón: la eficacia de la ofrenda hecha en favor nuestro; que Dios
puede salvar hasta lo sumo a cuantos acuden a él cumpliendo las
condiciones especificadas en su Palabra. Nuestra obra consiste en
poner nuestra voluntad de parte de la voluntad de Dios. Luego, por
la sangre de la expiación, llegamos a ser partícipes de la naturaleza
divina; por Cristo somos hijos de Dios, y tenemos la seguridad de
que Dios nos ama así como amó a su Hijo. Somos uno con Jesús.
Vamos adonde Cristo nos conduce; él tiene poder para disipar las
densas sombras que Satanás arroja sobre nuestra senda; y en lugar
de las tinieblas y el desaliento, brilla el sol de su gloria en nuestro
corazón.
Nuestra esperanza ha de quedar constantemente fortalecida por
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el conocimiento de que Cristo es nuestra justicia. Descanse nuestra
fe sobre este fundamento, porque permanecerá para siempre. En
vez de espaciarnos en las tinieblas de Satanás, y temer su poder,
debemos abrir nuestro corazón para recibir luz de Cristo, y dejarla
resplandecer para el mundo, declarando que Cristo está por encima
del poder de Satanás; que su brazo sostenedor apoyará a todos los
que confían en él.
Dijo Jesús: “El mismo Padre os ama.” Si nuestra fe está fija en
Dios, por Cristo, resultará “como segura y firme ancla del alma,
y que entra hasta dentro del velo; donde entró por nosotros como
precursor Jesús.” Es cierto que vendrán desilusiones; debemos es-
perar tribulación; pero hemos de confiar todas las cosas, grandes
y pequeñas, a Dios. El no se queda perplejo por la multiplicidad
de nuestras aflicciones, ni le abruma el peso de nuestras cargas. Su
cuidado vigilante se extiende a toda familia y abarca a todo indi-
viduo; él se interesa en todos nuestros quehaceres y pesares. Nota
toda lágrima; le conmueve el sentimiento de nuestra flaqueza. Todas
las aflicciones y pruebas que nos incumben aquí, son permitidas
para que realicen sus propósitos de amor hacia nosotros, “para que
recibamos su santificación,” y así participemos de aquella plenitud
de gozo que se halla en su presencia.
“En los cuales el dios de este siglo cegó los entendimientos de
los incrédulos, para que no les resplandezca la lumbre del evangelio
de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.”
2 Corintios 4:4
.
Pero la Biblia presenta en los términos más enérgicos, la importancia